En esta exposición, la artista presenta dos series de fotografías obtenidas en México durante 2010 en las que retrató con su particular sensibilidad distintos paisajes.
Una de las series, Hierve el agua, captura aspectos de esa extraordinaria localidad de cascadas petrificadas cercana a la ciudad de Oaxaca.
En la otra, que le da nombre a la muestra, tomando como punto de partida el reportaje realiza un extenso registro de paisajes de los bosques aztecas en un recorrido visual en el que muestra distintas formas de apropiación del espacio.
La exposición se puede visitar entre el 30 de marzo y el 12 de junio de 2015, en Rof Art, Posadas 1583, PB “A”, Recoleta, con entrada gratuita.
“… Hierve el agua es producto de una pausa, un breve descanso tomado por la artista tras participar en una exhibición con otros colegas argentinos. Su gusto por este alto paraje de montaña, caracterizado por piletas naturales cavadas en la roca a un paso del precipicio, presididas por altísimas y sobrecogedoras cascadas petrificadas, se pone de relieve en cada toma y en las sensaciones que las imágenes evocan. Lestido asegura que el mismo trayecto que lleva a esa localidad ya invita al deslumbramiento. Allí se intenta practicar el ecoturismo,
con un sistema de administración alejado de la grandilocuencia de la hotelería internacional. El albergue ofrecido es por demás sencillo, justo lo necesario como para que nada modifique el medio ambiente en demasía.
Se trata de un sistema sustentable llevado adelante, no sin resistencias, por las comunidades locales.
Las fotografías de Lestido que registran Hierve el agua exudan una contemplación compenetrada con el entorno: la artista se siente una con el paisaje. El placer de su mirada se transmite en la sensualidad con que se detiene en las texturas de las rocas, en la imperturbabilidad de un espejo de agua contrapuesto al dibujo quebrado de un árbol seco, en las brumas originadas por la intensa humedad reinante, que se empecinan en desdibujar contornos y figuras. Una formación rocosa, que semeja un árido planeta, se recorta en neta curvatura sobre el cosmos abismal que conforma, muy abajo, la vegetación de las faldas de la montaña. Una corona de rejas custodia uno de los pozos y se sume en los acuosos vahos que todo lo platean. Como un animal enorme, pesado y falleciente, una piedra blanquecina yace al borde del estanque encrespado por la lluvia.
(…) Otro carácter parece tener la serie México, para la que toma como punto de partida el reportaje. Aunque el registro de situaciones y realidades, haya sido transformado por una visión sensible a la fascinación por las manifestaciones de la naturaleza y por una penetración sagaz para captar la vibración de lo humano. Como una bitácora anclada en imágenes, se suceden las fotografías tituladas de acuerdo al lugar, las circunstancias y la jornada del viaje en que la toma fue realizada. Desfilan ante nuestros ojos el brumoso y plácido amanecer en las tierras altas de Durango con el imponente señoreo de sus árboles. En sus bosques de coníferas, se alternan una gran variedad de especies maderables, aptas para la explotación, algunas muy especiales como el abies durangensis, un abeto del lugar. Pronto surgen los hombres que, en su faena de tala y transporte, sortean altos y estrechos caminos de cornisa y cuyo modo de trabajo propone el uso del bosque como una actividad sustentable. Del replantado de las especies da cuenta una vista de pinos en sus primeras etapas de crecimiento que se muestran como tiernos personajes cuyos penachos engalana la luz solar, toma realizada en San Juan Nuevo de Michoacán, al sur del país, cuyas poblaciones originarias han implementado hace años métodos de silvicultura, que tienen como propósito la persistencia del bosque nativo y su aprovechamiento racional.
(…) Los bosques y selvas de México y su biodiversidad constituyen una de las reservas más importantes del mundo, y en ellos se siente el palpitar de trece millones de seres humanos que necesariamente deben desarrollar consciencia de que en la conservación de su hábitat les va la propia vida. Quizá la prueba más contundente se hizo sentir en 2011 cuando, en Durango, las bajas temperaturas diezmaron extensas zonas de vegetación, situación que suscitó la necesidad de replantar el área afectada con especies nativas como el encino –materia prima del carbón vegetal–, más resistentes a los rigores invernales. La adaptación es un asunto de la naturaleza pero es también una obligación humana observarla y protegerla. Este tipo de reflexiones fueron, en gran medida, el objetivo de este ensayo fotográfico, que Lestido asumió con la responsabilidad y la libertad que sus comitentes le dispensaron, pero también con el bagaje, insoslayable en su caso, de una mirada poética”. Involucrarse con el paisaje por Adriana Lauria, curadora de la muestra.