La 55ª Bienal de Arte de Venecia, se inaugura el 1º de junio. Con el lema Il Palazzo Encliclopedico (El Palacio Enciclopédico) y la curaduría de Massimiliano Gioni. Participan unos 88 países, diez lo hacen por primera vez.
El nuevo Pabellón Argentino estará representado por una videoinstalación inspirada en la vida de Eva Perón, un proyecto de Nicola Costantino, con la curadoría de Fernando Farina.
Desde hace dos años la artista rosarina está trabajando en un ambicioso proyecto que tiene como protagonista a la figura histórica de Eva Perón. Como ya viene sucediendo desde hace años con su obra, Nicola se mete en la piel de otros personajes, y ella misma cuenta el desarrollo de su compleja instalación "Eva-Argentina":
"No es compleja, yo diría compuesta, son cuatro partes, como si fuera una rapsodia inconclusa, porque su protagonista muere joven. La rapsodia es una composición musical típica del romanticismo y la vida de Eva parece la de una heroína de una obra maestra romántica, nació pobre, conoció la gloria y murió joven".
"No es compleja, yo diría compuesta, son cuatro partes, como si fuera una rapsodia inconclusa, porque su protagonista muere joven. La rapsodia es una composición musical típica del romanticismo y la vida de Eva parece la de una heroína de una obra maestra romántica, nació pobre, conoció la gloria y murió joven".
Nicola Costantino personifica a Eva Perón para encontrar, no sólo una nueva visión, sino también un nuevo sentido acerca de esta figura mítica. Una serie de cuatro instalaciones retrata a Evita, por primera vez, en el lenguaje del arte contemporáneo. Dos videoinstalaciones, un objeto-máquina con movimiento y una escultura abstracta arrojan sobre Evita una mirada más emotiva que historiográfica.
La muestra se recorre siguiendo un relato acerca de una mujer que fue tantas mujeres que su existencia parece tomada de una obra maestra del Romanticismo. Primero la gloria, después la tragedia. Ella y su pueblo en esta relación sin precedentes.
Eva, los sueños
Nadie ha sido nunca Uno. Y por donde quiera que se busque esa unidad, brotarán siempre multiplicidades. Ningún hombre puede ser un solo hombre. Ninguna mujer puede ser una sola mujer. Todos somos muchos y muchas. Pero acaso nadie haya sido tantas personas como Eva. A la vez “cholita” y “capitana”. “Diva”, “cabecita”, “jefa espiritual”. “Víctima del cáncer” y ello no obstante, al mismo tiempo, “inmortal”. Simultáneamente, en fin, “reina” y “abanderada de los humildes”.
Nicola Constantino. "Eva, el espejo", detalle |
Eva, el espejo
Sostiene Goebbels que la política es el arte plástico del Estado. Y en ese arte, qué duda cabe, la obra de Eva sobresalió como sólo sobresale la obra del genio: A un tiempo original, y modelo ejemplar. Elaborando a partir del contrapunto entre distintas voces, esta obra nueva permanece ajena a la corriente que persigue una politización del arte. Y sin embargo busca recuperar -ora para la intuición, ora para el concepto- los temas de aquella obra inaugural en la historia la estetización de la política.
Sostiene Goebbels que la política es el arte plástico del Estado. Y en ese arte, qué duda cabe, la obra de Eva sobresalió como sólo sobresale la obra del genio: A un tiempo original, y modelo ejemplar. Elaborando a partir del contrapunto entre distintas voces, esta obra nueva permanece ajena a la corriente que persigue una politización del arte. Y sin embargo busca recuperar -ora para la intuición, ora para el concepto- los temas de aquella obra inaugural en la historia la estetización de la política.
Nicola Constantino. "Eva, la fuerza", objeto máquina |
Eva, la fuerza
Hay fuerzas que no pueden ser captadas por la intuición sensible. La cólera desatada por una condena inoportuna o el furor de un “yo quiero” separado para siempre de la descarga de su voluntad. Pero el arte llega a hacer audibles y visibles esas fuerzas que en principio no lo son, al diseñar -para el oído- un movimiento trunco en el estruendo de una colisión, o al reconstruir -para la vista- una armadura funesta, que no por haber existido realmente es sin embargo menos mítica y conjetural.
Eva, la lluvia
Hay fuerzas que no pueden ser captadas por la intuición sensible. La cólera desatada por una condena inoportuna o el furor de un “yo quiero” separado para siempre de la descarga de su voluntad. Pero el arte llega a hacer audibles y visibles esas fuerzas que en principio no lo son, al diseñar -para el oído- un movimiento trunco en el estruendo de una colisión, o al reconstruir -para la vista- una armadura funesta, que no por haber existido realmente es sin embargo menos mítica y conjetural.
Eva, la lluvia
"Ya sabéis," -decía Paul Klee- "falta el pueblo". Y hasta cierto punto cada obra de arte lleva consigo la marca de esa ausencia. Como si su destino fuera permanecer minoritaria e impopular. Pero qué ocurre entonces cuando el pueblo sí acude a la cita? Qué ocurre si la multitud se constituye y comparece mayoritariamente, como si se sintiera interpelada por una creación? Debe necesariamente entonces, una obra como la de Eva, ver postergada su apreciación estética, mientras permanezca imborrable su inscripción en un registro político y popular? Texto de Florencio Noceti.