Inauguración: miércoles 8 de abril a las 19 hs.
Se puede visitar en Av. Alvear 1761 local 9, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Una línea ondulante que no empieza ni termina: envuelve y protege lo que consideramos nuestra realidad, como una conciencia eterna, estas formas a las que alude Belén en sus obras cual laberintos fractales que componen un todo, un nivel de información al que es posible acceder, pero hay que encontrar como.
Liberando constantemente el orden del universo accedemos a la forma objetiva de ver las cosas, y es que tanto en su proceso creativo como en la sustancia de sus obras que Belén se mueve de un opuesto a otro, busca respuestas a preguntas e inquietudes acerca de la naturaleza del hombre y su lugar en el universo, precipita su exploración atravesando la vastedad de la existencia, porque desea atrapar el fenómeno de la revelación bajo un proceso consistente, en buena parte, basado en la construcción de una mitología propia, un metalenguaje que le permite con poesía acceder a un baño caliente sensitivo de saber empírico.
La artillería romántica de la naturaleza, de las leyendas autóctonas, del pensamiento andino y ontológico occidental son piezas estructurales en su mitología, componen un discurso consumado en la pintura, responden a un orden binario como dinámica primordial y es donde lo que aparenta ser fragmentado es en verdad una sola cosa.
Algo científicamente mágico convive en su imaginario como dos camas al final del pasillo sin ninguna discordia más que lo imposible. Se trata de una obra que funciona con alter egos indiferentes de otras épocas, como convenciones platónicas que se encuentran constantemente con ese atractivo fundamental que desaparece y reaparece de manera filosófica y antropológica, dando la impresión de que en sus obras no existe la diferencia entre herramienta y mito, su propia ilusión de la realidad nunca alcanza el blanco de la realidad porque utiliza un disparo demasiado largo y exuberante como la existencia humana para heredarse escépticamente a si misma desde otra vida.
En estas pinturas las formas y los colores nos muestran que no solo la perspectiva puede ilusionarnos, el movimiento y la vibración del tiempo es la fuerza que en estas obras se impone incómodamente disfrazada de colores complementarios que dificultan la visión estática de la imagen, y nos desafía desde el ojo a apreciar ese movimiento sustancial, que en definitiva es el que nos compone.” L.P