El martes 9 de septiembre, a las 19 horas, se inaugura en Van Eyck Galería de Arte la exposición “Geometría sensible”, de Leopoldo Torres Agüero, uno de los más destacados pintores geométricos de la Argentina.
La muestra está integrada por una excepcional colección de pinturas, entre ellas obras ejecutadas en Japón durante la década del ’60, “con su geometría sensible que este importante e inspirado artista denominaba pintura gravitacional”, explicó Mario Héctor Manuilo, director de la Galería.
Torres Agüero nació en 1924 y murió en 1995 en París, mientras se desempeñaba como Embajador argentino ante la Unesco. Inicialmente, su pintura reviste carácter figurativo, orientándose hacia la abstracción a partir de su primer viaje a Francia, en 1950.
Su obra ha sido expuesta reiteradamente en América Latina, los Estados Unidos, Europa y Japón, lo que le confiere proyección internacional.
A principios de la década del 60, Torres Agüero vivió en Japón, donde se interesó en el budismo zen, una indagación espiritual que necesariamente se reflejaría en su pintura.
En 1989 obtuvo el Premio Palanza y recibió la Condecoración “Caballero de Artes y Letras” otorgada por el gobierno de Francia.
“Es característica primordial, en el lenguaje de las artes visuales, el silencio donde la imagen habla sin palabras, sin sonidos en la resonancia de las formas y el color. …”, dice el artista en un texto que se recupera como prólogo de esta exposición.
“Soy riojano-quichua-japonés con acento Menilmontant y vivo enredado en una madeja de colores…”, afirmaba Torres Agüero.
La muestra está integrada por una excepcional colección de pinturas, entre ellas obras ejecutadas en Japón durante la década del ’60, “con su geometría sensible que este importante e inspirado artista denominaba pintura gravitacional”, explicó Mario Héctor Manuilo, director de la Galería.
Torres Agüero nació en 1924 y murió en 1995 en París, mientras se desempeñaba como Embajador argentino ante la Unesco. Inicialmente, su pintura reviste carácter figurativo, orientándose hacia la abstracción a partir de su primer viaje a Francia, en 1950.
Su obra ha sido expuesta reiteradamente en América Latina, los Estados Unidos, Europa y Japón, lo que le confiere proyección internacional.
A principios de la década del 60, Torres Agüero vivió en Japón, donde se interesó en el budismo zen, una indagación espiritual que necesariamente se reflejaría en su pintura.
En 1989 obtuvo el Premio Palanza y recibió la Condecoración “Caballero de Artes y Letras” otorgada por el gobierno de Francia.
“Es característica primordial, en el lenguaje de las artes visuales, el silencio donde la imagen habla sin palabras, sin sonidos en la resonancia de las formas y el color. …”, dice el artista en un texto que se recupera como prólogo de esta exposición.
“Soy riojano-quichua-japonés con acento Menilmontant y vivo enredado en una madeja de colores…”, afirmaba Torres Agüero.