The Art Gallery está presentando la exposición “Anselmo Piccoli Rigurosa armonía”, con la curaduría de Rogrigo Alonso, del 11 de setiembre al 3 de octubre en su espacio de la calle Uruguay 967, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“El arte es una suerte de empresa epocal. No es la creación de una sola persona, por más ingeniosa y creativa que sea. El artista es un trabajador del arte. Hay reglas que se deben seguir. Y hay responsabilidades. El artista es un ser ético, las reconoce y las cumple.” Anselmo Piccoli
Como muchos artistas de su generación, Anselmo Piccoli realizó cambios profundos en su obra a lo largo de los años. En medio del fragor de una modernidad que cobraba cada vez más fuerza en nuestro país, y ante la evidencia del anacronismo de los estilos pasados y de las academias, emprendió un camino que lo llevó a aventurarse en los nuevos modos de representar, y a replantearse su trabajo en diferentes momentos de su vida. Sin embargo, si hay algo que no puede decirse es que su obra sea inconsistente. Bien por el contrario, su consistencia se encuentra, justamente, en esas mudanzas, animadas por la comprensión, cada vez más clara, de la rigurosidad que supone ser uno de los artífices de ese producto de la humanidad al que denominamos arte.
(...) En muy poco tiempo, los ritmos comienzan a ocupar un lugar cada vez más preponderante. La introducción de las líneas curvas y los círculos aportan a la construcción de un movimiento formal que se complementa en las dinámicas impulsadas por los contrastes cromáticos. Si bien la estabilidad de la estructura general no desaparece – debido principalmente a la potencia de un centro organizador que nunca se abandona y a los equilibrios visuales constantes – las pinturas adquieren una movilidad evidente, que se expresa también en los nombres que las identifican, como Asimetría en la simetría (1975), Estructura en tensión (1975) y Ritmos (1976).
De manera paralela, Piccoli emprende una serie de homenajes a ciertos pintores a los que admira. En ella se vuelven a filtrar ciertos residuos figurativos, pero sólo en la medida en que permiten poner de manifiesto las estructuras que subyacen a las representaciones clásicas.
(...) Los materiales suman un nuevo desafío a su producción pictórica de los últimos años. Las obras adquieren espesor debido a la adición de elementos rugosos que aportan texturas inéditas, y al reemplazo de las líneas por perfiles de aluminio que se proyectan hacia el espacio real. Estos trabajos poseen una gran personalidad y se desprenden de los desarrollos de sus colegas interesados también en las inagotables posibilidades de la abstracción geométrica.
Sin embargo, fiel a sus ideales, Anselmo Piccoli no ve en ellos el resultado de la expresión individual. Su preocupación sigue siendo la de aportar nuevos recursos a un arte que se inserta en su tiempo y en su entorno social a través de la potencia de sus formas. Dicho con sus palabras: “El símbolo del presente es anónimo, parece existir por sí solo. A pesar de ello, está imbuido de un inexplicable poder que radica en la magia de sus formas”. Rodrigo Alonso