Con la curaduría de Lara Marmor, la exposición presenta una selección de las últimas obras del artista Juan José Cambre.
Mano de obra es la mano que trabaja, que carga el pincel y sigue un método; que pinta superficies por acumulación de materia cuando se mueve de lado a lado; es la mano artesana que perfecciona su técnica mientras construye la obra; es la mano iconoclasta que busca cubrir el mundo con distintos mantos de color.
Juan José Cambre (B.A., 1948) pinta colores, pero curiosamente lo hace sin ninguna especulación artística. Arquitecto de formación, comienza su carrera como artista en la década del setenta. En los años noventa se dedica a pintar vasijas con el objetivo de concentrarse en el estudio de los elementos plásticos, como la perspectiva o la relación entre figura y fondo. A las vasijas les siguen varias series, entre ellas, los cuadros de sombras de árboles y reflejos de la luz sobre el agua, donde el artista pinta capa sobre capa de color hasta, paradójicamente, terminar tapando casi por completo la imagen representada.
A diferencia de lo que sucede en esos trabajos, el visitante encontrará que en las piezas de esta exposición solamente aparece el color. El color es el único sobreviviente del proceso de aniquilación de referencias externas que Cambre comienza años atrás. En las pinturas de bandas verticales, como Garamona & Barilaro o Roseland (ambas de 2017), distintos colores se relacionan entre sí. Estas piezas surgen a partir de la experimentación de diferentes superposiciones de color que Cambre realiza primero en pequeñas pinturas y que funcionan como piezas matrices que luego, jugando con el encuadre, traslada a bastidores de mayor tamaño. Por otro lado, la imponente serie Artformun (2014) está conformada por veintiún cuadros en los cuales el color se expande en una plana monocromía.
Cada una de estas pinturas está acompaña por un conjunto de maravillosos relatos, escritos a propósito de la exposición, por Ezequiel Alemian.
Cambre rompe con la tradición que viene desde el Renacimiento en la que la obra es concebida como una ventana a través de la cual vemos y construimos el espacio. Las pinturas aquí exhibidas no representan nada, en ellas no hay ilusión de espacio, ni de movimiento, tampoco hay anécdotas o metáforas. En sintonía con la pintura modernista, que renuncia al ilusionismo en favor de la autonomía del lenguaje, en estas piezas la idea del paisaje como fragmento tomado de la realidad ya no está presente.
La exposición se construye a partir de una gramática espacial llena de comas, sin puntos y aparte. La intención de exponer las obras en una planta abierta, sin panelería delante de los enormes ventanales del museo, busca subrayar la ruptura radical de la relación paisaje-color, binomio hasta ahora inquebrantable en la obra de Cambre. De este modo, la exposición se despliega en un espacio que puede leerse en dos grandes bloques: el de la pintura y el color y, del otro lado, el del paisaje, con todo lo que acontece detrás del ventanal.
Además se incluye una obra en site specific en una de las ventanas del museo, la proyección en sala de un conjunto de videos realizados por el artista y una serie de fotografías de tomas del cielo titulada: Un cielo completamente despejado es estático; no puede proporcionar un espectáculo.
El visitante podrá disfrutar del video que realizó el músico y editor, Francisco Garamona, donde puede verse a Cambre en su taller, en plena acción de pintar.
La exposición está acompañada por un catálogo donde el lector encontrará un diario de exposición. En él podrá encontrar reflexiones sobre la obra de Juan José Cambre y su muestra, apuntes, intercambios de mails, citas y bocetos. El texto abarca la etapa previa al montaje y a la inauguración. Leerlo podría compararse con el estar detrás de la escena de una película, permitirá entrever los problemas, las discusiones y los vaivenes del ánimo durante estos meses de trabajo.
Durante el transcurso de la exhibición se realizarán actividades con el artista e invitados.
La muestra podrá visitarse desde el 4 de mayo al 30 de julio de 2017 de martes a domingos de 12 a 20 hs. en Olga Cossettini 141, Buenos Aires, Argentina.
Mano de obra es la mano que trabaja, que carga el pincel y sigue un método; que pinta superficies por acumulación de materia cuando se mueve de lado a lado; es la mano artesana que perfecciona su técnica mientras construye la obra; es la mano iconoclasta que busca cubrir el mundo con distintos mantos de color.
A diferencia de lo que sucede en esos trabajos, el visitante encontrará que en las piezas de esta exposición solamente aparece el color. El color es el único sobreviviente del proceso de aniquilación de referencias externas que Cambre comienza años atrás. En las pinturas de bandas verticales, como Garamona & Barilaro o Roseland (ambas de 2017), distintos colores se relacionan entre sí. Estas piezas surgen a partir de la experimentación de diferentes superposiciones de color que Cambre realiza primero en pequeñas pinturas y que funcionan como piezas matrices que luego, jugando con el encuadre, traslada a bastidores de mayor tamaño. Por otro lado, la imponente serie Artformun (2014) está conformada por veintiún cuadros en los cuales el color se expande en una plana monocromía.
Cada una de estas pinturas está acompaña por un conjunto de maravillosos relatos, escritos a propósito de la exposición, por Ezequiel Alemian.
Cambre rompe con la tradición que viene desde el Renacimiento en la que la obra es concebida como una ventana a través de la cual vemos y construimos el espacio. Las pinturas aquí exhibidas no representan nada, en ellas no hay ilusión de espacio, ni de movimiento, tampoco hay anécdotas o metáforas. En sintonía con la pintura modernista, que renuncia al ilusionismo en favor de la autonomía del lenguaje, en estas piezas la idea del paisaje como fragmento tomado de la realidad ya no está presente.
La exposición se construye a partir de una gramática espacial llena de comas, sin puntos y aparte. La intención de exponer las obras en una planta abierta, sin panelería delante de los enormes ventanales del museo, busca subrayar la ruptura radical de la relación paisaje-color, binomio hasta ahora inquebrantable en la obra de Cambre. De este modo, la exposición se despliega en un espacio que puede leerse en dos grandes bloques: el de la pintura y el color y, del otro lado, el del paisaje, con todo lo que acontece detrás del ventanal.
Además se incluye una obra en site specific en una de las ventanas del museo, la proyección en sala de un conjunto de videos realizados por el artista y una serie de fotografías de tomas del cielo titulada: Un cielo completamente despejado es estático; no puede proporcionar un espectáculo.
El visitante podrá disfrutar del video que realizó el músico y editor, Francisco Garamona, donde puede verse a Cambre en su taller, en plena acción de pintar.
La exposición está acompañada por un catálogo donde el lector encontrará un diario de exposición. En él podrá encontrar reflexiones sobre la obra de Juan José Cambre y su muestra, apuntes, intercambios de mails, citas y bocetos. El texto abarca la etapa previa al montaje y a la inauguración. Leerlo podría compararse con el estar detrás de la escena de una película, permitirá entrever los problemas, las discusiones y los vaivenes del ánimo durante estos meses de trabajo.
Durante el transcurso de la exhibición se realizarán actividades con el artista e invitados.
La muestra podrá visitarse desde el 4 de mayo al 30 de julio de 2017 de martes a domingos de 12 a 20 hs. en Olga Cossettini 141, Buenos Aires, Argentina.