
Se trata de una verdadera primicia ya que es la primera vez que esta destacada personalidad de la cultura argentina muestra al público el resultado de sus recientes incursiones en el mundo de las artes plásticas.
El punto de partida de estos trabajos son platos de barro comunes
que, según O’Donnell, aparecen como consecuencia de su amistad y
admiración por el artista uruguayo Carlos Páez Vilaró. Sobre esos
soportes, el artista ha aplicado pintura, escrito palabras o frases y
adherido tornillos, bulones, tuercas, arandelas, eslabones de cadenas,
relojes y llaves, entre otros objetos.

Y continúa el curador: “Hay otros dos objetos que suelen repetirse y que aportan unas remisiones específicas: los anteojos, por su relación con la mirada, y los relojes, en tanto representantes de la inexorabilidad del tiempo. A partir de estos elementos se despliegan campos de relaciones que se plantean como una interpelación hacia el espectador. No hay en estas obras una mera investigación plástica, sino, por el contrario, un acontecimiento expresivo, comunicativo, a través del cual Pacho O’Donnell encuentra una nueva vía para ejercer la tarea constante de la interrogación.”

Y continúa “El trabajo con platos fue ocupando, a medida que los años pasaban, un espacio cada vez mayor en mi necesidad de expresarme. Es decir de buscarme y a veces encontrarme. Hoy mi placer secreto deja de ser secreto, empujado por amistades que me estimulan a superar prevenciones y mostrar el resultado de lidiar horas y horas con acrílicos, tornillos, poscas, pasadores, pinceles, cadenas, poxipol.”
