Inauguración: viernes 21 de noviembre 19 hs.
Se puede visitar del 21 de noviembre al 12 de diciembre de 2014, de lunes a sábados de 17 a 19 hs. con entrada libre y gratuita en José Juan Biedma 64, Carmen de Patagones, Provincia de Buenos Aires.
“Miguel Ángel Ferreira suele describir los efectos que producen sus imágenes desde la simpleza de sus nombres: “La Pulpo, la Spica y el metegol”. Dicho así, nos remite, y se transporta a si mismo, a un espacio temporal -personal y social- determinado, fijado en un tiempo pasado pero devuelto al presente continuamente. Esto muy bien lo conceptualizó Gregorio Cerrolaza cuando dijo: esos símbolos, signos o íconos, incluyen la mirada del espectador, porque como metáfora social o visión de la realidad, nos hacen pensar que el tiempo que creemos perdido probablemente sea el que hemos ganado definitivamente, porque nos dio identidad.
El tiempo que Ferreira ha depositado en los objetos que dibuja o pinta contiene dimensiones de deseo, fantasía y competencia. La escucha de la radio es mucho más que una actitud estática y silente, es la decisión de dar a luz fantasías que nacen de una voz que nos induce a ver aquello que somos capaces de presentir. Desde allí, desde la transmisión radial de una Spica familiar, viene la praxis, la pelota pulpo, el metegol y la competencia. A partir de estos cuatro útiles, Ferreira consigue narrar desde su ciudadela, la pasión mundial por el fútbol barrial.
A minutos del pitazo inicial del mundial de barrio, y desde sus metegoles, desbordarán ímpetus los muchachos que juegan representando en un partido, unos a Brasil y otros a Alemania, y en la revancha en otro club de la localidad de Caseros, encarnando a Polonia e Italia, tal como lo hacíamos en nuestra infancia, eligiendo “ser” un equipo o una selección a la hora de jugar un picado con los amigos.
Desde el escenario plantado por Ferreira, cada uno de estos deportistas se transformará en un artesano productor de carambolas, corridas laterales del balón, y de cabriolas hechas por un muñeco de movimiento uniforme.
Ademanes, morisquetas y agudos comentarios desbordados forman el alma del juego del metegol.La afición vehemente es el ser de este juego - casi una característica relevante desde su nacimiento -, que participa de aquella misma pasión en el hoy, como un estar siendo en puro acto de goce.
Esta viva inclinación, este movimiento suscitado por el apetito sensitivo, solo es capaz de expandirse a partir del juego del arte que tiene a Ferreira como su traductor eficiente -ventrílocuo razonante- desde su patrimonio plástico, en constante diálogo con la tradición, con la técnica, y con su propia obra.
Lo reseñado pretende ser una luminosidad que se atribuye el poder de señalar el empeño, el arduo trabajo y la honda responsabilidad que el autor despliega en la elaboración de estas obras. Por ello, así como muchas palabras desatan imágenes, y en otras, las imágenes desatan palabras, asumir el compromiso de acercarnos a este conjunto de líneas y colores implica como correlato, no olvidar a los que Ferreira considera algunos de sus compañeros de juego, como Gory, Pascual, Hugo, Marcelo o Jorge, grandes jugadores a los que el autor invita a jugar este mundial de arte de barrio.” José Maria Valiña.