Hasta el 22 de agosto se exhibe en galería Rubbers “Malos Tiempos” la nueva exposición del artista Eduardo Médici.
Paraguas y más paraguas. Cuando la lluvia y el viento arrecian como si quisieran limpiar toda la maldad de la tierra, los paraguas ya no alcanzan. Ya no hay donde cobijarse: la naturaleza muestra su fuerza y el hombre su debilidad. Pero de los otros males, los causados por el hombre mismo, ¿cómo nos protegemos? Esta pregunta, y algunas otras, son las que plantea Eduardo Médici en esta muestra.
Paraguas y más paraguas. Cuando la lluvia y el viento arrecian como si quisieran limpiar toda la maldad de la tierra, los paraguas ya no alcanzan. Ya no hay donde cobijarse: la naturaleza muestra su fuerza y el hombre su debilidad. Pero de los otros males, los causados por el hombre mismo, ¿cómo nos protegemos? Esta pregunta, y algunas otras, son las que plantea Eduardo Médici en esta muestra.
Eduardo Médici nació en Buenos Aires, en 1949. Estudió dibujo y pintura con Anselmo Píccoli, y se recibió de licenciado en psicología.
Desde sus comienzos y, teniendo en cuenta su formación, sus pinturas formulan una perspectiva sobre la vida y la muerte, sobre las miserias humanas. Constituyen profundas reflexiones que derivan de la dirección de su mirada sobre el cuerpo humano.
En la serie “De saco y corbata”, que realiza entre 1979 y 1980, desarrolla estas ideas a partir de una figuración esquemática. Pinta una serie de personajes que, prisioneros de su vestimenta, marcan una mirada crítica hacia las regimentaciones y los convencionalismos de la sociedad.
Desde sus comienzos y, teniendo en cuenta su formación, sus pinturas formulan una perspectiva sobre la vida y la muerte, sobre las miserias humanas. Constituyen profundas reflexiones que derivan de la dirección de su mirada sobre el cuerpo humano.
En la serie “De saco y corbata”, que realiza entre 1979 y 1980, desarrolla estas ideas a partir de una figuración esquemática. Pinta una serie de personajes que, prisioneros de su vestimenta, marcan una mirada crítica hacia las regimentaciones y los convencionalismos de la sociedad.
A principio de los 80 viaja a México y Guatemala, donde se siente atraído por el peso de las manifestaciones culturales antiguas que hicieron que la muerte tuviera un lugar importante entre las tradiciones populares vigentes.
Entre 1982 y 1983, su lenguaje plástico atraviesa un período de transición, derivando en formas más abstractas y alcanzando un alto nivel de gestualidad que refuerza a través del uso particular del color.
A posteriori, vuelve a recuperar su atención en el cuerpo humano en el plano de la representación. Al principio, a través de seres y cosas en estado de transición, de formación todavía inacabada, que presenta con una apariencia difusa entre números, letras y cruces; símbolos a los cuales luego sigue recurriendo. Luego, los cuerpos empiezan a aparecer desnudos, altos y delgados, en construcciones de fuerte base filosófica, que muestran al hombre como un ser atravesado por la posibilidad de la muerte.
“Yo dividido” fue realizada en 1990. Pertenece a este grupo de obras, aunque tiene una característica singular; en ella incorpora la palabra escrita en la representación, a través de la cita de un tango de Discépolo que se repite de manera constante.
A lo largo de esta década sigue enfatizando su interés en el tema del cuerpo mediante otras vías. Comienza a emplear otros materiales que combina con la pintura: radiografías, fotocopias, transferencias, negativos fotográficos, etc. De este modo, el drama humano que había subrayado en “Yo dividido”, deja de ser el leit motiv de la obra y lo que pasa a jerarquizar el autor es la tensión entre recuerdo y olvido.
Entre 1982 y 1983, su lenguaje plástico atraviesa un período de transición, derivando en formas más abstractas y alcanzando un alto nivel de gestualidad que refuerza a través del uso particular del color.
A posteriori, vuelve a recuperar su atención en el cuerpo humano en el plano de la representación. Al principio, a través de seres y cosas en estado de transición, de formación todavía inacabada, que presenta con una apariencia difusa entre números, letras y cruces; símbolos a los cuales luego sigue recurriendo. Luego, los cuerpos empiezan a aparecer desnudos, altos y delgados, en construcciones de fuerte base filosófica, que muestran al hombre como un ser atravesado por la posibilidad de la muerte.
“Yo dividido” fue realizada en 1990. Pertenece a este grupo de obras, aunque tiene una característica singular; en ella incorpora la palabra escrita en la representación, a través de la cita de un tango de Discépolo que se repite de manera constante.
A lo largo de esta década sigue enfatizando su interés en el tema del cuerpo mediante otras vías. Comienza a emplear otros materiales que combina con la pintura: radiografías, fotocopias, transferencias, negativos fotográficos, etc. De este modo, el drama humano que había subrayado en “Yo dividido”, deja de ser el leit motiv de la obra y lo que pasa a jerarquizar el autor es la tensión entre recuerdo y olvido.
A lo largo de sus desarrollos, Eduardo Médici recibió las siguientes distinciones: Mención de honor “VIII Bienal de Maldonado”, Primer Premio “Revista Cultura” (1987); Premio Jóvenes Artistas a la Trayectoria, otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte (1990); Mención del Jurado “Premio Siemens” (1992); Beca Miró (1993); Segundo Premio Sección Pintura del “Salón Manuel Belgrano” (1994); Primer Premio “Banco Mayorista del Plata” (1995); Premio Arlequín, otorgado por la Fundación Pettoruti (1997).
Entre las últimas exposiciones individuales se hallan: “Paraísos perdidos”, Diana Lowenstein Fine Arts (Buenos Aires, 2000); María Schneider Gallery (Chicago, 2000); Museo de Arte Moderno (Mendoza, 2000); “Pintura-20años”, Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires, 1999); “Resumen 90-98”, Centro Cultural Bernardino Rivadavia (Rosario, 1998); Museo Blanes (Montevideo, 1997); Sicardi-Sanders Gallery (Houston, 1997).
Participó en exhibiciones colectivas realizadas en Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Santa Fe, Bahía Blanca, Mendoza; Santiago de Chile, Valparaíso; La Paz; San Pablo, Río de Janeiro; La Habana; Caracas; Santa Fe de Bogotá, Cali; Cuenca, Quito; Guatemala; Guadalajara, Ciudad de México; Madrid; Miami, Chicago, Washington, Los Ángeles, Nueva York, San Francisco; Londres; Sicilia; París.
Sus obras figuran en colecciones oficiales y privadas de Buenos Aires, Santa Fe, Maldonado, Río de Janeiro, San Pablo y Skopje.
La muestra se puede visitar de lunes a viernes de 11 a 19 horas y los sábados de 11 a 13.30 horas en Avenida Alvear 1640, PB, Buenos Aires, Argentina.
Entre las últimas exposiciones individuales se hallan: “Paraísos perdidos”, Diana Lowenstein Fine Arts (Buenos Aires, 2000); María Schneider Gallery (Chicago, 2000); Museo de Arte Moderno (Mendoza, 2000); “Pintura-20años”, Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires, 1999); “Resumen 90-98”, Centro Cultural Bernardino Rivadavia (Rosario, 1998); Museo Blanes (Montevideo, 1997); Sicardi-Sanders Gallery (Houston, 1997).
Participó en exhibiciones colectivas realizadas en Buenos Aires, La Plata, Córdoba, Santa Fe, Bahía Blanca, Mendoza; Santiago de Chile, Valparaíso; La Paz; San Pablo, Río de Janeiro; La Habana; Caracas; Santa Fe de Bogotá, Cali; Cuenca, Quito; Guatemala; Guadalajara, Ciudad de México; Madrid; Miami, Chicago, Washington, Los Ángeles, Nueva York, San Francisco; Londres; Sicilia; París.
Sus obras figuran en colecciones oficiales y privadas de Buenos Aires, Santa Fe, Maldonado, Río de Janeiro, San Pablo y Skopje.
La muestra se puede visitar de lunes a viernes de 11 a 19 horas y los sábados de 11 a 13.30 horas en Avenida Alvear 1640, PB, Buenos Aires, Argentina.