La Galería de arte Isidro Miranda presenta el jueves 3 de julio a las 19 hs. la muestra de pinturas de Gabriel Perrone.
"El pasto aplastado lo confirma, había faunos descansando en el bosque. Se los puede espiar sin que se den cuenta; uno de ellos duerme, deja caer su mano inerte sobre el pecho, los dedos le rozan la piel. Muestran sus cuerpos lampiños, apenas dorados por el sol, seguramente por estar más acostumbrados a la noche que al día; carecen de adornos, excepto por aquel que lleva un anillo en su dedo pulgar, o por los cuernos de carnero que nacen en la sien, algunos incipientes ˆsuponiendo que es un fauno joven-, otros más fuertes y replegados sobre sí mismos. Ellos viven en una dimensión impenetrable para el mortal y sólo la pintura de Gabriel Perrone nos permite acceder de a partes a ese universo. Como aquellos cronistas de Indias que dibujaban las maravillas y monstruosidades de un continente desconocido, Perrone se permite pintar aquellos seres de fantasía y apunta al alivio del músculo, a los ojos recién abiertos mientras la cabeza descansa todavía sobre el antebrazo. Nuestro pintor no los retrata a la manera de Rubens, en una descomunal correría, sino en el sosiego de la siesta y en la atmósfera particular de estos seres que no parecen concentrarse en ninguna tarea más que el propio acontecer, cautivos de su propia existencia. El lugar y el mundo es para ellos una misma cosa.
La quietud de los cuerpos contagia a los arbustos y a los pastos, pero algo hace suponer que la correría ya tuvo lugar, que aquellas criaturas míticas se dispersaron en el bosque en busca de regocijo y cayeron en la tierra para tumbarse sobre el pasto fresco y abundante. Si están juntos, parecen ignorase uno al otro, como si una larga convivencia los hubiera ido cerrando a sí mismos, como si se hubieran olvidado uno del otro. Quizá por esta razón, Perrone -el cronista de este Edén- es medido en la descripción y abundante en la sensación. ¿Qué idioma hablan los faunos? Según la pintura de Perrone, pareciera que no necesitan palabras, que la mansedumbre de aquellos ojos fuera suficiente para entenderse e interrogarse. Lo mismo sucede con el gesto de las manos, que caen sobre los cuerpos con despreocupación infantil, abandonadas, dispuestas a dejarse moldear.
Las pinturas que presenta Perrone se reservan la libertad de desafiar las leyes del mundo de los mortales y de vivir una vida diferente a la de los demás, la vida de un fauno, y de esa diferencia emana una especie de bondad. Nuestro artista retrata cuerpos de faunos, pero sobretodos las cosas, los vestigios de un paraíso indescriptible". Julo Sánchez
La muestra podrá verse en Estados Unidos 726 del barrio de San Telmo hasta el 27 de julio de martes a domingos de 12 a 19 hs.
"El pasto aplastado lo confirma, había faunos descansando en el bosque. Se los puede espiar sin que se den cuenta; uno de ellos duerme, deja caer su mano inerte sobre el pecho, los dedos le rozan la piel. Muestran sus cuerpos lampiños, apenas dorados por el sol, seguramente por estar más acostumbrados a la noche que al día; carecen de adornos, excepto por aquel que lleva un anillo en su dedo pulgar, o por los cuernos de carnero que nacen en la sien, algunos incipientes ˆsuponiendo que es un fauno joven-, otros más fuertes y replegados sobre sí mismos. Ellos viven en una dimensión impenetrable para el mortal y sólo la pintura de Gabriel Perrone nos permite acceder de a partes a ese universo. Como aquellos cronistas de Indias que dibujaban las maravillas y monstruosidades de un continente desconocido, Perrone se permite pintar aquellos seres de fantasía y apunta al alivio del músculo, a los ojos recién abiertos mientras la cabeza descansa todavía sobre el antebrazo. Nuestro pintor no los retrata a la manera de Rubens, en una descomunal correría, sino en el sosiego de la siesta y en la atmósfera particular de estos seres que no parecen concentrarse en ninguna tarea más que el propio acontecer, cautivos de su propia existencia. El lugar y el mundo es para ellos una misma cosa.
La quietud de los cuerpos contagia a los arbustos y a los pastos, pero algo hace suponer que la correría ya tuvo lugar, que aquellas criaturas míticas se dispersaron en el bosque en busca de regocijo y cayeron en la tierra para tumbarse sobre el pasto fresco y abundante. Si están juntos, parecen ignorase uno al otro, como si una larga convivencia los hubiera ido cerrando a sí mismos, como si se hubieran olvidado uno del otro. Quizá por esta razón, Perrone -el cronista de este Edén- es medido en la descripción y abundante en la sensación. ¿Qué idioma hablan los faunos? Según la pintura de Perrone, pareciera que no necesitan palabras, que la mansedumbre de aquellos ojos fuera suficiente para entenderse e interrogarse. Lo mismo sucede con el gesto de las manos, que caen sobre los cuerpos con despreocupación infantil, abandonadas, dispuestas a dejarse moldear.
Las pinturas que presenta Perrone se reservan la libertad de desafiar las leyes del mundo de los mortales y de vivir una vida diferente a la de los demás, la vida de un fauno, y de esa diferencia emana una especie de bondad. Nuestro artista retrata cuerpos de faunos, pero sobretodos las cosas, los vestigios de un paraíso indescriptible". Julo Sánchez
La muestra podrá verse en Estados Unidos 726 del barrio de San Telmo hasta el 27 de julio de martes a domingos de 12 a 19 hs.