Desde el jueves 9 de noviembre se presenta en el espacio de arte de la Fundación OSDE la
exposición "Fray Guillermo Butler (1880-1961). La imagen sin tiempo", con curaduría de Tatiana
Kohan.
La exhibición, de más de ochenta obras, se organiza alrededor de diferentes temáticas trabajadas por el artista: paisajes europeos, arboledas, claustros solitarios, pintura religiosa y serranías cordobesas. El conjunto se completa con sus proyectos de murales para la Iglesia de Villa María, vitrales e imágenes de los murales cerámicos emplazados en la estación Plaza Italia de la línea D del subte. A su vez, se exhibe una selección de tintas y lápices, dibujos que partieron de la observación directa de la naturaleza y fueron realizados al aire libre.
La doble condición de Butler -artista y sacerdote dominico- hizo que muchas veces su obra fuera interpretada en clave religiosa. La crítica dotó a sus pinturas de un velo místico y lo analizó como un solitario, olvidando que se relacionó con artistas que promovieron la renovación de las artes visuales locales del período tales como Pablo Curatella Manes, Juan Manuel Gavazzo Buchardo, Alfredo Guttero, Octavio Pinto y Miguel Carlos Victorica.
Esta valoración del quehacer medieval se vincula con su interés por el trabajo con distintas técnicas, muchas de ellas consagradas -como el temple y el óleo- y otras consideradas menores -omo el pastel y la acuarela-. Asimismo, concibió obras para ser emplazadas en ámbitos específicos: murales sobre tela en la iglesia de Villa María -en la exposición se exhiben bocetos de los mismos-; murales mosaicos en el subte; vitrales en iglesias, capillas y residencias particulares.
Así, la materialidad de sus obras tiene un espacio especial en la exposición, donde se pueden ver los distintos soportes sobre los que trabajó Butler -tela, madera, papel-, junto con los procesos de restauración que atravesaron algunos de sus proyectos y las ilustraciones realizadas por él para distintas publicaciones editoriales.
Butler fue un religioso que concentró su atención en el paisaje, situando su mirada por fuera de los muros de la iglesia, enlazando de esta manera su pensamiento plástico con el de muchos de sus contemporáneos. La representación paisajística fue un tópico importante en la producción plástica de la época, a través de él se intentaba representar el ethos nacional.
Fray
Guillermo Butler. "Hora del Crepúsculo
(Paisaje de Córdoba)" o
"Crepúsculo", 1923, óleo s/cartón. 67 x 100.
Colección MPBA "Rosa
Galisteo de Rodríguez" - Gobierno de Santa Fe
La exhibición, de más de ochenta obras, se organiza alrededor de diferentes temáticas trabajadas por el artista: paisajes europeos, arboledas, claustros solitarios, pintura religiosa y serranías cordobesas. El conjunto se completa con sus proyectos de murales para la Iglesia de Villa María, vitrales e imágenes de los murales cerámicos emplazados en la estación Plaza Italia de la línea D del subte. A su vez, se exhibe una selección de tintas y lápices, dibujos que partieron de la observación directa de la naturaleza y fueron realizados al aire libre.
La doble condición de Butler -artista y sacerdote dominico- hizo que muchas veces su obra fuera interpretada en clave religiosa. La crítica dotó a sus pinturas de un velo místico y lo analizó como un solitario, olvidando que se relacionó con artistas que promovieron la renovación de las artes visuales locales del período tales como Pablo Curatella Manes, Juan Manuel Gavazzo Buchardo, Alfredo Guttero, Octavio Pinto y Miguel Carlos Victorica.
óleo s/tela. 35 x 50. Museo Municipal de Bellas Artes Tandil
Asimismo, también se relacionó con un artista que fue muy influyente en sus ideas sobre la
pintura: el artista y teórico francés Maurice Denis. A través de su concepción del arte hacía una
lectura crítica de la producción contemporánea y valoraba una línea que tomaba como
referentes a los artífices de la Edad Media y se distanciaba del ilusionismo renacentista.
Esta valoración del quehacer medieval se vincula con su interés por el trabajo con distintas técnicas, muchas de ellas consagradas -como el temple y el óleo- y otras consideradas menores -omo el pastel y la acuarela-. Asimismo, concibió obras para ser emplazadas en ámbitos específicos: murales sobre tela en la iglesia de Villa María -en la exposición se exhiben bocetos de los mismos-; murales mosaicos en el subte; vitrales en iglesias, capillas y residencias particulares.
y lápiz color s/papel. 8,5 x 13. Colección particular
Así, la materialidad de sus obras tiene un espacio especial en la exposición, donde se pueden ver los distintos soportes sobre los que trabajó Butler -tela, madera, papel-, junto con los procesos de restauración que atravesaron algunos de sus proyectos y las ilustraciones realizadas por él para distintas publicaciones editoriales.
Butler fue un religioso que concentró su atención en el paisaje, situando su mirada por fuera de los muros de la iglesia, enlazando de esta manera su pensamiento plástico con el de muchos de sus contemporáneos. La representación paisajística fue un tópico importante en la producción plástica de la época, a través de él se intentaba representar el ethos nacional.
Sus paisajes parecieran darnos una imagen idealizada de su tiempo, prácticamente no hay
huellas del paso del hombre por ellos: el mundo del trabajo y la industrialización están
ausentes, así como episodios clave de la primera mitad del siglo XX tales como las guerras
mundiales, la crisis del 30, los golpes de estado, la guerra de España, el peronismo, la guerra
fría. Sus imágenes se mantienen a distancia, parecieran ser paisajes tipológicos, una obra
detenida y sin contingencias, una imagen que pareciera situarse fuera del tiempo.
Juan Butler nació en 1880 en la ciudad de Córdoba. Ingresó a la orden de predicadores de
Santo Domingo a los dieciséis años. Luego de ordenarse sacerdote en 1907, eligió llamarse con
el nombre de su padre, Guillermo. Sus primeros estudios de pintura los realizó con Honorio
Mossi y Emilio Caraffa.
En 1908 viajó a Roma con la finalidad de estudiar derecho canónico, para finalmente dedicarse a estudiar arte en la Academia libre de Florencia. En esa ciudad conoció la obra del Beato Angélico, figura que Butler reconoció como la más influyente en su carrera artística. Luego obtuvo una beca otorgada por el Congreso de la Nación y estudió pintura en París en la Academia Julian. Allí formó parte de la “Asociación de Artistas Argentinos” y de la “Asociación de Artistas Cristianos”, vinculándose con Victorica, Guttero, Curatella Manes y Maurice Denis. Aprovechó su estancia parisina para viajar por Europa y realizar apuntes de sus paisajes.
De vuelta en el país alternó estadías en Buenos Aires con otras en Córdoba. Desde el año 1915 participó del Salón Nacional, siendo reconocido en 1925 con el primer premio por su pastel Paisaje de Córdoba. Simultáneamente, Butler envió obra regularmente a salones municipales y provinciales tales como de La Plata, Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Tandil, entre otros, en los que obtuvo diversas distinciones.
Fue uno de los miembros fundadores de la Academia Nacional de Bellas Artes en 1936, y en 1939 abrió la Academia de Bellas Artes “Beato Angélico”, institución a la que se mantuvo ligado hasta su muerte, en 1961.
En el marco de la exposición se han programado las siguientes actividades:
Fray
Guillermo Butler. S/T, 1908, óleo s/cartón. 23,5 x 17. Colección particular |
En 1908 viajó a Roma con la finalidad de estudiar derecho canónico, para finalmente dedicarse a estudiar arte en la Academia libre de Florencia. En esa ciudad conoció la obra del Beato Angélico, figura que Butler reconoció como la más influyente en su carrera artística. Luego obtuvo una beca otorgada por el Congreso de la Nación y estudió pintura en París en la Academia Julian. Allí formó parte de la “Asociación de Artistas Argentinos” y de la “Asociación de Artistas Cristianos”, vinculándose con Victorica, Guttero, Curatella Manes y Maurice Denis. Aprovechó su estancia parisina para viajar por Europa y realizar apuntes de sus paisajes.
De vuelta en el país alternó estadías en Buenos Aires con otras en Córdoba. Desde el año 1915 participó del Salón Nacional, siendo reconocido en 1925 con el primer premio por su pastel Paisaje de Córdoba. Simultáneamente, Butler envió obra regularmente a salones municipales y provinciales tales como de La Plata, Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Tandil, entre otros, en los que obtuvo diversas distinciones.
Fue uno de los miembros fundadores de la Academia Nacional de Bellas Artes en 1936, y en 1939 abrió la Academia de Bellas Artes “Beato Angélico”, institución a la que se mantuvo ligado hasta su muerte, en 1961.
Fray Guillermo Butler. S/T [boceto para vitral], s/f, lápiz y acuarela s/cartón. 38 x 32,5. Colección particular |
Jueves 23 de noviembre a las 18 hs: encuentro con la curadora Tatiana Kohan, que realizará un recorrido por la sala, dando cuenta de los distintos ejes que
articulan la exposición.
Simultáneamente, Laura Viñas presenta en las salitas del Espacio de Arte de la Fundación OSDE la intervención
"Tiempos distintos y distantes."
Jueves 30 de noviembre a las 18 hs: mesa redonda "Paisaje, religiosidad y materialidad en torno a la obra de fray Guillermo Butler". Participan: Alejandro Bustillo, Alejandra Niño Amieva, Graciela Silvestri y Graciela Taquini. Modera: Tatiana Kohan.
Jueves 11 de enero a las 18 hs: encuentro con la curadora Tatiana Kohan, que realizará un recorrido por la sala, dando cuenta de los distintos ejes que
articulan la exposición.
Los paisajes que invaden la arquitectura son construidos, inventados, elaborados a partir de la
percepción de los mismos, para crear nuevos lugares. Partes de fotos de distintos años
componen una nueva imagen donde habitan tiempos distintos y distantes.
En palabras de la artista: “Las imágenes que presento no están limitadas por marco alguno, tampoco poseen puntos de vista definidos. Son paisajes volátiles, apenas suspendidos, que desbordan, que se ajustan, que habitan las salitas, testigos silenciosos de bonanzas lejanas.”
Tadeo Muleiro presenta en la vidriera la intervención "Haqaypacha".
En quechua "mundo de afuera" o "el mundo de lejos", Haqaypacha es un plano afuera del tiempo y el espacio, uno de los tres planos de los que estaba compuesto el mundo según la mitología Inca.
A través de esculturas blandas realizadas en tela, recurrentes en su obra, el artista busca en sus palabras "dar cuerpo y forma a una posible visión de esta supra-realidad". En esta oportunidad, rasgos de máscaras primitivas, disfraces de carnaval norteño y superhéroes, refuerzan la idea de lo híbrido -que también se reitera en su producción- convirtiendo a la vidriera en otra dimensión.
Luego de su itinerancia por distintas casas, galerías, talleres educativos, "En el fondo de todo hay un jardín", obra de Mariela Yeregui, llega al Espacio de Arte de la Fundación OSDE para intervenir el ascensor, que al igual que las Salitas del primer piso, conserva las características arquitectónicas de principios del siglo pasado cuando el edificio albergaba a la mueblería MAPLE.
La obra de Yeregui surge de la contemplación constante del Olimpo, un ex centro clandestino de detención, y de la idea de que en el fondo de todo, incluso del terreno del horror, crece un jardín. "... Pero también puede ser un jardín personal, íntimo, que crece en el alma. Es un jardín de luz, es un espacio incipiente que puede dilatarse, expandirse y eclipsar las sombras", en palabras de la artista.
Todas las obras que se exhiben en el espacio de arte de la Fundación OSDE podrán visitarse hasta el 13 de enero de 2018, de lunes a sábados de 12 a 20 hs. con entrada libre y gratuita, en Suipacha 658, primer piso, Buenos Aires, Argentina. Domingos y feriados cerrado.
En palabras de la artista: “Las imágenes que presento no están limitadas por marco alguno, tampoco poseen puntos de vista definidos. Son paisajes volátiles, apenas suspendidos, que desbordan, que se ajustan, que habitan las salitas, testigos silenciosos de bonanzas lejanas.”
Tadeo Muleiro presenta en la vidriera la intervención "Haqaypacha".
En quechua "mundo de afuera" o "el mundo de lejos", Haqaypacha es un plano afuera del tiempo y el espacio, uno de los tres planos de los que estaba compuesto el mundo según la mitología Inca.
A través de esculturas blandas realizadas en tela, recurrentes en su obra, el artista busca en sus palabras "dar cuerpo y forma a una posible visión de esta supra-realidad". En esta oportunidad, rasgos de máscaras primitivas, disfraces de carnaval norteño y superhéroes, refuerzan la idea de lo híbrido -que también se reitera en su producción- convirtiendo a la vidriera en otra dimensión.
Luego de su itinerancia por distintas casas, galerías, talleres educativos, "En el fondo de todo hay un jardín", obra de Mariela Yeregui, llega al Espacio de Arte de la Fundación OSDE para intervenir el ascensor, que al igual que las Salitas del primer piso, conserva las características arquitectónicas de principios del siglo pasado cuando el edificio albergaba a la mueblería MAPLE.
La obra de Yeregui surge de la contemplación constante del Olimpo, un ex centro clandestino de detención, y de la idea de que en el fondo de todo, incluso del terreno del horror, crece un jardín. "... Pero también puede ser un jardín personal, íntimo, que crece en el alma. Es un jardín de luz, es un espacio incipiente que puede dilatarse, expandirse y eclipsar las sombras", en palabras de la artista.
Todas las obras que se exhiben en el espacio de arte de la Fundación OSDE podrán visitarse hasta el 13 de enero de 2018, de lunes a sábados de 12 a 20 hs. con entrada libre y gratuita, en Suipacha 658, primer piso, Buenos Aires, Argentina. Domingos y feriados cerrado.