La muestra “Por la Vida” de Alicia Scavino y Marina Dogliotti, que se exhibe en la sala Sívori del Museo Benito Quinquela Martín, se extiende hasta el 1º de agosto de 2010, a pedido del público.
Se puede visitar de martes a viernes de 10 a 18 hs., sábados, domingos y feriados de 11 a 18 hs. en Av. Pedro de Mendoza 1843/35, La Boca.
Marina Dogliotti y el hijo de Scavino, Fabián Attila, retoman una idea de Alicia que vio en las esculturas de Dogliotti una armonía con sus grabados. Esta muestra es el fruto de esa idea y ese recuerdo, donde grabados y esculturas se entrelazan "Por la Vida".
La naturaleza, la vida, el florecer, es el denominador común que interpela las obras de ambas artistas.
Sobre la obra de Dogliotti que integra esta muestra el destacado crítico Jorge M. Taverna Irigoyen señala: “Las esculturas de Marina Dogliotti definen una fuerza matérica concentrada. Por sobre la síntesis rectora, la monumentalidad del bloque cerrado. Por sobre la estilización, el despliegue de los planos que confluyen. Por sobre el volumen, siempre el perfil simbólico cierto. Sin buscar autoctonismos, América está de pie en sus propuestas. Manos que son ramas; cuerpos que florecen; mujeres/maternidades que conforman la potencialidad de un continente. América viva como una fuerza contenedora y plural. En bronces y cementos trabajados desde adentro, desde la médula. Como una trenza de pasiones, en que los vínculos se generan milenariamente y desbordan en la pureza de sus propias tradiciones.
Frente a los grabados de Alicia Scavino Taverna Irigoyen opina que: “... se abre el espacio de una naturaleza secreta. El metal de sus planchas, el juego de los ácidos y la sabia apropiación de las tintas, dan a esas ventanas una convocante diversidad. Hojas y frutos, flores y semillas que suscitan una suerte de panteísmo natural, emergen de sus papeles de inobjetable factura. Una gráfica que quizá rezuma un leve orientalismo en sus despliegues, en sus ensambles lineales, en los sugeridos escorzos...
La vida por nacer titula Scavino a la serie en que esa naturaleza simple inscribe acentos y contrastes. Una flora contenida y a la vez plural en sus asociaciones morfológicas, en sus contrapuntos cromáticos, en su serialidad. Y sin embargo, una flora que arriba al trasfondo de una flor de mburucuyá, a las hojas y las vainas de la tipa blanca, a la recreación de las frutas de Fryda Kahlo: rojos intensos de las sandías, amarillos de las naranjas. Y ese cartel flameante que dice Viva la Vida, para leerlo sólo aquél que ha sabido vivirla.”
J.M. Taverna Irigoyen es miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes y miembro de las Asociaciones Argentina e Internacional de Críticos de Arte.
Se puede visitar de martes a viernes de 10 a 18 hs., sábados, domingos y feriados de 11 a 18 hs. en Av. Pedro de Mendoza 1843/35, La Boca.
Marina Dogliotti y el hijo de Scavino, Fabián Attila, retoman una idea de Alicia que vio en las esculturas de Dogliotti una armonía con sus grabados. Esta muestra es el fruto de esa idea y ese recuerdo, donde grabados y esculturas se entrelazan "Por la Vida".
La naturaleza, la vida, el florecer, es el denominador común que interpela las obras de ambas artistas.
Sobre la obra de Dogliotti que integra esta muestra el destacado crítico Jorge M. Taverna Irigoyen señala: “Las esculturas de Marina Dogliotti definen una fuerza matérica concentrada. Por sobre la síntesis rectora, la monumentalidad del bloque cerrado. Por sobre la estilización, el despliegue de los planos que confluyen. Por sobre el volumen, siempre el perfil simbólico cierto. Sin buscar autoctonismos, América está de pie en sus propuestas. Manos que son ramas; cuerpos que florecen; mujeres/maternidades que conforman la potencialidad de un continente. América viva como una fuerza contenedora y plural. En bronces y cementos trabajados desde adentro, desde la médula. Como una trenza de pasiones, en que los vínculos se generan milenariamente y desbordan en la pureza de sus propias tradiciones.
Frente a los grabados de Alicia Scavino Taverna Irigoyen opina que: “... se abre el espacio de una naturaleza secreta. El metal de sus planchas, el juego de los ácidos y la sabia apropiación de las tintas, dan a esas ventanas una convocante diversidad. Hojas y frutos, flores y semillas que suscitan una suerte de panteísmo natural, emergen de sus papeles de inobjetable factura. Una gráfica que quizá rezuma un leve orientalismo en sus despliegues, en sus ensambles lineales, en los sugeridos escorzos...
La vida por nacer titula Scavino a la serie en que esa naturaleza simple inscribe acentos y contrastes. Una flora contenida y a la vez plural en sus asociaciones morfológicas, en sus contrapuntos cromáticos, en su serialidad. Y sin embargo, una flora que arriba al trasfondo de una flor de mburucuyá, a las hojas y las vainas de la tipa blanca, a la recreación de las frutas de Fryda Kahlo: rojos intensos de las sandías, amarillos de las naranjas. Y ese cartel flameante que dice Viva la Vida, para leerlo sólo aquél que ha sabido vivirla.”
J.M. Taverna Irigoyen es miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes y miembro de las Asociaciones Argentina e Internacional de Críticos de Arte.