Carolina Magnin inaugura la muestra "Ánima" el día 27 de marzo en la sala 1 del del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa.
"¿Qué llevó a Walter Benjamin a interesarse por los ruinosos pasajes parisinos del siglo XIX mientras el nazismo avanzaba sobre Europa? Las cosas recién desaparecidas exhalan un brillo particular, y en ese último esplendor pueden decir más sobre el presente que la obviedad de lo que nos rodea. En el mundo dominado por la imagen digital, Carolina Magnin encontró en las diapositivas, ya caídas en desuso, un tesoro singular. Muchas personas podemos aún recordar aquellas reuniones en familia, la mágica oscuridad, el esperado ritual de ese cine casero donde alternaban fotos familiares y vistas de ciudades europeas traídas como souvenir de algún viaje.
La obra de la artista comienza en el gesto de rescate y conservación de esas viejas cajas que a menudo la modernización destina al desecho. Comenzó hace años con los álbumes de su familia, y hoy reúne un acervo múltiple, porque su pasión coleccionista no redunda en el recuerdo personal sino en la intuición de un sustrato valioso de memoria colectiva.
¿Cómo devela la artista esa memoria acumulada y silenciosa? Escanea su pura materialidad. Si toda fotografía es una huella lumínica de aquello que estuvo frente a la cámara, el ojo táctil del escáner vuelve visibles las marcas mínimas que el tiempo ha depositado en la superficie de la diapositiva: rastros dactilares, polvo, leves rayaduras, decoloraciones… Las imágenes de Carolina Magnin emergen así como un vasto y misterioso depósito del inconsciente de una época. A menudo su obra es lo abstracto: la evocación no pasa tanto por los motivos como por las texturas que trasuntan un clima y una subjetividad.
La memoria es valiosa porque acecha el olvido. Transparencia y opacidad dialogan en las fotografías de la artista revelando los fantasmas que dan espesor a nuestra identidad." Valeria González
La obra de la artista comienza en el gesto de rescate y conservación de esas viejas cajas que a menudo la modernización destina al desecho. Comenzó hace años con los álbumes de su familia, y hoy reúne un acervo múltiple, porque su pasión coleccionista no redunda en el recuerdo personal sino en la intuición de un sustrato valioso de memoria colectiva.
¿Cómo devela la artista esa memoria acumulada y silenciosa? Escanea su pura materialidad. Si toda fotografía es una huella lumínica de aquello que estuvo frente a la cámara, el ojo táctil del escáner vuelve visibles las marcas mínimas que el tiempo ha depositado en la superficie de la diapositiva: rastros dactilares, polvo, leves rayaduras, decoloraciones… Las imágenes de Carolina Magnin emergen así como un vasto y misterioso depósito del inconsciente de una época. A menudo su obra es lo abstracto: la evocación no pasa tanto por los motivos como por las texturas que trasuntan un clima y una subjetividad.
La memoria es valiosa porque acecha el olvido. Transparencia y opacidad dialogan en las fotografías de la artista revelando los fantasmas que dan espesor a nuestra identidad." Valeria González