El miércoles 28 de noviembre se inauguró en la galería MCMC la exposición “El sonido luminoso de las formas”, de la escultora María Boneo, artista de exquisita sensibilidad cuya obra ha participado de bienales y exhibiciones en Florencia, Paris, Mónaco, Londres, San Pablo y Miami, entre otros eventos artísticos internacionales.
La muestra, con curaduría de Ana María Battistozzi, reúne los trabajos escultóricos más recientes de Boneo en resina coloreada y bronce niquelado que imponen, con sus alternancias espaciales, superficies pulidas y escalas crecientes, su rotunda presencia en el espacio. Su obra, que supo ser figurativa, guarda las reminiscencias de ese pasado en la configuración de las líneas abstractas del presente. Es posible aún rastrear la memoria del cuerpo femenino en el minucioso programa de depuración de formas al que fueron sometidas sus esculturas.
De la talla en madera de sus inicios, a la talla en mármol, cuyos reflejos sugirieron muchos de los trabajos que en esta muestra se exhiben, fue preciso que Boneo pusiera en juego el cuerpo de un modo distinto pero también reorientara la percepción; ponderara la cualidad y la respuesta de la materia y la incidencia de la luz y recién a partir de allí, definiera la forma. Un proceso que pareciera ser sencillo, pero lejos esta de serlo.
María Boneo junto a la obra "En punto", 2016, bronce niquelado |
Su obra recibió numerosas distinciones: Mención del Salón Nacional de Artes Visuales, Paláis de Glace, Buenos Aires (2014); Arte Siglo XXI, Primer Premio de Escultura, Museo Antonio Balvé (2002) y el Segundo Premio del Salón Grabado y Escultura Ernesto de la Cárcova, Asociación Estímulo de Bellas Artes, Buenos Aires (2003).En año 2018 fue seleccionad para el Salón Nacional de Artes Visuales, con su obra “Duo”.
En la pared: "Relieve", resina poliéster, 2017 y en el centro: "Casi de gala", 2016, bronce laqueaado |
Y continúa Battistozzi: ”Tal vez sea posible pensar el movimiento interno de sus obras como un vórtice; es decir como un polo de energía que en su rotación atrae inevitablemente los cuerpos hacia el centro. Una suerte de remolino que aspira toda fuerza vital hacia un centro del que no resulta posible escapar. En desafiante contradicción con el impulso del arte actual que insiste en considerar a la forma bella con cierto desdén, María Boneo se empeña en ella. Se concentra en afirmar la insoslayable presencia de formas que, como es posible advertir en las obras exhibidas en El sonido luminoso de las formas, gravitan en el espacio desde una escala creciente, cada vez más audaz.”