El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires inaugura de “Tomás Saraceno: Cómo atrapar el universo en una telaraña”, la primera exposición individual en un museo de Argentina de Tomás Saraceno (nacido en 1973 en San Miguel de Tucumán y residente en Berlín), que tendrá lugar el próximo viernes 7 de abril a las 19 hs. en Av. San Juan 350, San Telmo, Buenos Aires, Argentina.
El mismo día a las 18 hs., Tomás Saraceno brindará una conferencia abierta al público junto a otros invitados.
El mismo día a las 18 hs., Tomás Saraceno brindará una conferencia abierta al público junto a otros invitados.
Con la curaduría de Victoria Noorthoorn y el equipo del museo, la exposición ocupa las salas del segundo subsuelo y del segundo piso del edificio y presenta dos grandes instalaciones producto de una década de investigación artística. En ambas obras, el visitante podrá vivir la experiencia del universo entendido como una red de interconexiones donde cada elemento se despliega y transforma, reconfigurando sus límites materiales y sociales.
El proyecto, que combina el interés de Saraceno por la aracnología y la astrofísica con el sonido y las artes visuales, nos invita a un “concierto cósmico” colectivo que abarca los dos espacios destinados a la exposición. Cuando los visitantes ingresen en cada una de las obras, al principio sólo verán detalles sutiles. Los filamentos suspendidos de telas de araña o los remolinos de polvo cósmico realizan un viaje flotante a través de la “red cósmica”, donde un sinnúmero de conexiones de otro modo imperceptibles se vuelven tangibles.
Aracno-concierto con Aracne (Nephila senegalensis), polvo cósmico (Porus chondrite) y el ensamble de soplo, 2016. © Fotografía Studio Tomás Saraceno, 2016
En la instalación The Cosmic Dust Spider Web Orchestra, ubicada en el segundo subsuelo, los visitantes descubren que son parte de un ensamble rítmico. Un haz de luz torna visible el polvo cósmico en el interior de la sala oscura. A través del registro de video en vivo, las partículas de polvo flotantes se transforman en sonidos, notas musicales, influenciadas por su posición y velocidad en el espacio. Sobrevolando un conjunto de altavoces, las partículas amplificadas bailan proyectadas sobre una pantalla en el espacio oscuro al ritmo de una araña (Nephila clavipes). Reminiscentes de las “ciudades-nubes” [Cloud Cities] -formaciones con las que el artista ha especulado futuros posibles durante más de una década-, las partículas se desplazan en tiempo y espacio: “Una franja de Vía Láctea que brilla… cada comienzo es una nube de polvo... materia oscura y otros elementos en resonancia cosmoacústica”, observa Saraceno.
A medida que el público transita por la muestra, sus propias acciones se vuelven audibles a través del movimiento del polvo que flota en el plano cósmico. Esta actividad es captada por una serie de cámaras en tiempo real, a través de la cual cada partícula es registrada. Según su ubicación en el espacio, se le asigna un tono musical que es amplificado por una serie de más de 30 altavoces distribuidos en el espacio de la sala. Cada partícula resuena en un tono diferente: cuando entran en colisión, cada tono se multiplica; cuando un visitante sopla el aire, se modifica la posición y velocidad de las partículas. Esta composición colectiva de baja frecuencia vibra en la telaraña. La interacción entre los sonidos producidos por las vibraciones de la tela, el polvo cósmico que flota en la sala, el sonido producido por los parlantes y el movimiento de los visitantes crean un paisaje sónico, un concierto de agentes humanos y no humanos.
Instrumento musical cuasi-social IC 342 construido por: 7000 Parawixia bistriata - seis meses, 2017. Vista de la instalación “Tomás Saraceno: cómo atrapar el universo en una telaraña”. © Fotografía Studio Tomás Saraceno, 2016
En el segundo piso del museo se presenta la instalación Instrumento Musical Cuasi-Social IC 342 construido por 7000 Parawixia bistriata - seis meses, la telaraña más grande construida y exhibida hasta el momento. Aquí, navegando entre filamentos de telarañas resplandecientes, surgen nidos de nebulosas y clústers de galaxias como ecos de un micro y macrocosmos de cooperación.
Alrededor del visitante se forman filamentos interconectados de miles de arañas casi sociales de la especie argentina Parawixia bistriata. Los dibujos en el aire, realizados por unos 40 millones de hilos, revelan la trayectoria de las partículas de polvo cósmico. Mientras avanzamos entre estos multiversos, los visitantes son invitados a adaptarse a los ritmos del cosmos y a la lenta cadencia de los arácnidos. Las arañas han hilvanado una textura que desafía nuestra percepción de la naturaleza misma de “ser” y “devenir” cosmos.
Como si ejecutara una de las instrucciones de Julio Cortázar, Saraceno cita a William Eberhard: “Para empezar, uno primero debe volverse ciego: la araña tiene muy mala visión; sus ojos están en el lado incorrecto de su cuerpo para ver los hilos de la telaraña cuando está debajo de ellos y, de cualquier modo, casi siempre trabaja de noche. (...) El aire es altamente viscoso a escala de una araña; una situación análoga para un ser humano sería construir una tela de sogas elásticas bajo el agua. En cambio, debemos depender de los caprichos del viento; tendremos que lanzar nuevas líneas, permitiendo que las puntas floten en corrientes de aire irregulares”.
Alrededor del visitante se forman filamentos interconectados de miles de arañas casi sociales de la especie argentina Parawixia bistriata. Los dibujos en el aire, realizados por unos 40 millones de hilos, revelan la trayectoria de las partículas de polvo cósmico. Mientras avanzamos entre estos multiversos, los visitantes son invitados a adaptarse a los ritmos del cosmos y a la lenta cadencia de los arácnidos. Las arañas han hilvanado una textura que desafía nuestra percepción de la naturaleza misma de “ser” y “devenir” cosmos.
Como si ejecutara una de las instrucciones de Julio Cortázar, Saraceno cita a William Eberhard: “Para empezar, uno primero debe volverse ciego: la araña tiene muy mala visión; sus ojos están en el lado incorrecto de su cuerpo para ver los hilos de la telaraña cuando está debajo de ellos y, de cualquier modo, casi siempre trabaja de noche. (...) El aire es altamente viscoso a escala de una araña; una situación análoga para un ser humano sería construir una tela de sogas elásticas bajo el agua. En cambio, debemos depender de los caprichos del viento; tendremos que lanzar nuevas líneas, permitiendo que las puntas floten en corrientes de aire irregulares”.
Expedición de campo a Copo organizado por el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires con el Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, 2016. Cortesía del artista © Fotografía Studio Tomás Saraceno, 2016
Durante seis meses, el Museo de Arte Moderno ha alojado especímenes de la especie Parawixia bistriata y ha observado el proceso que experimentan las arañas al habitar un espacio. Esta especie, proveniente del Parque Nacional Copo, ubicado al noroeste de la provincia de Santiago del Estero, y también de la Provincia de Buenos Aires, se caracteriza por construir las telas de mayor longitud en comparación a otras -hasta 15 metros de largo– e integra una de las aproximadamente veintitrés especies que muestran un comportamiento social y cooperativo, dentro de las más de 40.000 especies de arañas conocidas en el mundo.
El equipo del museo adaptó y aprendió de la temporalidad de la Parawixia, desde su forma de hilar hasta su modo de agruparse y desarrollarse; las arañas tejieron largas y sedosas telas combinándose con y anclándose en la arquitectura de la sala. Las arañas esperan pacientemente una brisa de aire para impulsarse en el vacío del cielo. El ballooning, un método a través del cual las arañas usan el aire como medio de traslación, ha inspirado por mucho tiempo al artista, que se fascina con el entrelazamiento colectivo de miles de hilos que permiten que las arañas se impulsen hacia arriba.
Esta estructura comunitaria, con su silueta recortada en el espacio de la exposición, nos confronta con fenómenos que están más allá de la escala humana: 140 millones de años de presencia arácnida en la Tierra. Inmersos en una red infinitamente compleja e interconectada, participamos en la construcción social de los arácnidos, el artista, la curadora, los profesionales de los diversos museos, los científicos y los pensadores de diversas disciplinas que han colaborado en este proyecto.
El equipo del museo adaptó y aprendió de la temporalidad de la Parawixia, desde su forma de hilar hasta su modo de agruparse y desarrollarse; las arañas tejieron largas y sedosas telas combinándose con y anclándose en la arquitectura de la sala. Las arañas esperan pacientemente una brisa de aire para impulsarse en el vacío del cielo. El ballooning, un método a través del cual las arañas usan el aire como medio de traslación, ha inspirado por mucho tiempo al artista, que se fascina con el entrelazamiento colectivo de miles de hilos que permiten que las arañas se impulsen hacia arriba.
Esta estructura comunitaria, con su silueta recortada en el espacio de la exposición, nos confronta con fenómenos que están más allá de la escala humana: 140 millones de años de presencia arácnida en la Tierra. Inmersos en una red infinitamente compleja e interconectada, participamos en la construcción social de los arácnidos, el artista, la curadora, los profesionales de los diversos museos, los científicos y los pensadores de diversas disciplinas que han colaborado en este proyecto.
Como aludiendo a la seda de las arañas, el movimiento del polvo cósmico dibuja huellas en el aire que quedan expuestas en el infinito oscuro del cosmos conocido, tal vez uno entre muchísimos otros. Esto evoca la visión del artista de las “ciudades-nubes”, una visión urbana flotante, una nueva forma de moverse y vivir en la Tierra. Aerocene, el proyecto de sistema abierto de Saraceno, es una serie de esculturas movidas por el aire que permitirán descarbonizar la dependencia que la sociedad tiene con los combustibles fósiles, proponiendo viajes aerosolares alrededor del planeta. Las esculturas de Aerocene se valen de las energías termodinámicas del Sol y de la Tierra que flotan libremente por medio de corrientes en la estratósfera. Así como con Aerocene, la muestra Cómo atrapar el universo en una telaraña vuelve perceptible el aire e invita a los visitantes a deambular por una vasta extensión sónica, proponiendo imaginar maneras diferentes de moverse, como hacen las arañas cuando extienden un puente de tela delante del cielo.
Esta instalación de Tomás Saraceno nace a partir de su investigación de larga data sobre las telarañas expresando la idea del artista sobre el universo como un dominio expandido de interconexiones. A la vez, reconsidera la afinidad más allá de lo humano, como flujos dibujados en el viento atmosférico y trayectos en la “red cósmica”, una analogía comúnmente usada por los astrofísicos para describir el universo como un conjunto de galaxias discretas unidas por gravedad. Surgen múltiples formas, como secuencias de rastros, sendas y constelaciones que revelan lo microscópico, lo global y lo cósmico.
Esta instalación de Tomás Saraceno nace a partir de su investigación de larga data sobre las telarañas expresando la idea del artista sobre el universo como un dominio expandido de interconexiones. A la vez, reconsidera la afinidad más allá de lo humano, como flujos dibujados en el viento atmosférico y trayectos en la “red cósmica”, una analogía comúnmente usada por los astrofísicos para describir el universo como un conjunto de galaxias discretas unidas por gravedad. Surgen múltiples formas, como secuencias de rastros, sendas y constelaciones que revelan lo microscópico, lo global y lo cósmico.