El miércoles 13 de marzo abrió al público en la galeria de arte Calvaresi la exposición “Germaine Derbecq. Frenéticamente decidida a ir hacia delante”, selección de pinturas que la talentosa artista, crítica y curadora francesa realizó en París entre 1920 y 1950, con la curadoría de Federico Baeza.
La muestra, que se desarrollará en dos montajes, es un verdadero redescubrimiento de una artista que postergó su propia obra para difundir la de su marido, el escultor Pablo Curatella Manes, y promover a la pujante vanguardia artística argentina de los años '50. Su última muestra se realizó hace casi medio siglo, al principio de la década los años ‘70.
A tal extremo llevó su generosidad que sólo después de su muerte, en 1973, su hijo descubrió en el taller de su padre las obras que integran esta muestra.
Jorge Curatella Manes (hijo de Germaine Derbecq y Pablo Curatella Manes) y Federico Baeza (curador de la muestra)
En el caso de sus obras más tempranas, aparece una Derbecq íntima y casi secreta, el esbozo de una silueta previa a su consagración como la figura pública que el ámbito porteño del arte conoció.
La muestra también incluye una selección de textos críticos de Derbecq realizada por Florencia Qualina, junto con un audio que repara en el carácter de su escritura, un atributo imprescindible para acercarse al universo de esta promotora del campo artístico.
Desde su llegada a Buenos Aires, Germaine se constituyó en una agitadora cultural clave en un campo artístico inmerso en un enérgico proceso de modernización. Desde su lugar de crítica, curadora y artista, promovió una renovación de las indagaciones estéticas, especialmente entre fines de los 50 y comienzos de los 70, desde trincheras como la galería Lirolay -de la cual fue directora- y el periódico francés Le quotidien y, luego, la revista Artinf.
El subtítulo de esta exhibición alude precisamente a este movimiento modernizador a través de una cita tomada del texto que escribió para la muestra “14 Pintores de la Nueva Generación”, organizada en la galería Lirolay en 1960. Se trataba de una muestra que congregó a artistas jóvenes centrales en el desarrollo de la década como Alberto Greco, Silvia Torras, Felipe Noé, Olga López, Kenneth Kemble, entre otros.
Kenneth Kemble la recordaba como "una de las rarísimas personas con sensibilidad, visión histórica, coraje y discernimiento selectivo que han adornado nuestro pequeño mundillo teórico-práctico del arte. Fue la instigadora, creadora y promotora de Lirolay, una pequeña galería abierta alrededor de los años '58, '59. Allí sólo se exhibían -ante el escándalo bastante generalizado, por cierto- las obras que ella consideraba convenientes, fuesen famosos o totalmente desconocidos sus autores. Y desconocidos o casi éramos en ese momento Luis Wells, Antonio Seguí, Jorge López Anaya, Carlos Alonso, Rubén Santantonín, Marta Minujín, Nicolás García Uriburu, Federico Peralta Ramos, Luis F. Benedit, Luis F. Noé, Rómulo Macció, Ernesto Deira, Jorge de la Vega, Alberto Greco, Rogelio Polesello, Pablo Suárez, y yo, entre otros".
Escultura de Germaine Derbecq realizada por Pablo Curatella Manes |
En 1922 se casó con el escultor argentino Pablo Curatella Manes y se convirtió en una importante promotora de sus colegas artistas en París y en Buenos Aires, donde organizó numerosas muestras. Entre 1960 y 1963 fue la primera directora de la galería Lirolay, desde donde impulsó las tendencias artísticas que surgieron en las décadas de 1950 y 1960.
En 1961 albergó la histórica exposición Arte destructivo, la primera presentación de los artistas informalistas en Buenos Aires. Derbecq fue crítica de arte del diario Le Quotidien y cofundadora de la revista Artinf, junto con Silvia de Ambrosini, Odile Baron Supervielle y Lidy Prati, en 1970.