20 de marzo de 2019

H + F - Herlitzka + Faria comienza el 2019 con una muestra de la pionera Margarita Paksa


Margarita Paksa. "Sin título o El avance urbano", 1996, hierro y pasto
 
H + F, Herlitzka + Faria, presenta la exhibición "Un mundo revuelto" que recoge el trabajo de Margarita Paksa, una pionera del minimalismo, el conceptualismo político y el cruce del arte y la tecnología, entre los años 1967 y 2006. 
La muestra, que estará abierta hasta el 24 de abril, se propone abordar los múltiples soportes en los que ha trabajado Paksa a partir de un relato visual vertebrado en sus series.

La modificación en el nombre de la galería se plantea dentro de la evolución de un espacio que fue insertándose en el mercado local e internacional, coordinando su relación estratégica con Henrique Faria Fine Art de Nueva York, apuntando a un trabajo de excelencia en su programación y relación con sus artistas, coleccionistas y público general y poniendo de manifiesto en esta modificación del nombre la representatividad de los socios de la misma.

Margarita Paksa. "Mariposa y bahía labial","Lo decía Kafka", "Polo sur" y "La explosión fue como una salida de sol". De la serie "Dibujos Rorschach", 1983
  
Luego de su consagratoria retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires en 2012, el interés internacional por la obra de Paksa ha crecido en paralelo con el redescubrimiento de un código sutil con el que suturó el abismo que se abrió entre las vanguardias artísticas y políticas a partir del demarcatorio '68. Un mundo revuelto se compone de casi treinta piezas que van desde la escultura en neón, objetos al borde del ready made, dibujos, collages y poesía visual.
Una reflexión de Paksa ilumina la determinación de su mundo estético: “Me preguntaba a mí misma, si luego de los sucesos de mayo del '68 había tenido dificultades para continuar con mi obra, y debo responder que sí las tuve. Tuve un problema ético: ¿qué sentido tenía expresarme con el minimalismo frente al momento de profundas revueltas que estaba viviendo el mundo y el hambre y la miseria imperantes en nuestro país?”. 


Detrás de esa idea se consolidaron sus series Escrituras secretas y Ojos ciegos, trabajos que ponen en entredicho la supuesta neutralidad del lenguaje y que marcaron su regreso a la praxis artística luego de cuatro años de experiencia docente en una villa miseria de La Tablada. A propósito de estas obras, señala Julia Detchon (Universidad de Texas) autora del texto crítico: “hacia 1976 la codificación de mensajes se había convertido no sólo en un problema semiótico, sino también político. Trazados a lo largo de retículas de perillas o ruedas pintadas, sus textos son apenas perceptibles. Los colores puros espectrales y los materiales industriales no conforman frases de protesta. Son una sensación de exasperación, de resignación ante la negación silenciosa de una cultura opresora del «no»”.

Paksa empezó la serie Ojos Ciegos apenas un año después, en 1977, tiempos difíciles para la expresión artística en Argentina. Sobre esta serie que toma como plataforma la cuadrícula constructivista y el alfabeto simbólico de Torres García, Detchon afirma que “organiza un vocabulario de elementos intercambiables: caras enojadas y angustiadas, puños cerrados y manos extendidas, pechos dislocados, televisores, cepillos de dientes, semáforos y ojivas fálicas. Cada uno de estos elementos funciona como un objeto sutil y discreto. Están dispuestos en la página como palabras en una oración, como parte de una enunciación fragmentada y yuxtapuesta. Se trata de una visión más terrible que la suma de sus partes cotidianas”.
 
Margarita Paksa, nacida en 1932, formó parte de Experiencias 67 y Experiencias 68 en el Instituto Di Tella, dos muestras que marcaron un hito en la producción argentina de los 60 y proyectaron la audacia de sus propuestas hacia el futuro, influyendo en la forma en que el arte contemporáneo concibe las relaciones entre el espacio, la obra y el espectador. En Experiencias 67, Paksa exhibió junto a Oscar Bony, Ricardo Carreira, David Lamelas, Pablo Suárez, Edgardo Giménez, Oscar Palacio, Cancela & Mesejean y Juan Stoppani. Su propuesta fue una avanzada de la desmaterialización de la obra de arte. Llamada 500 watts-4.635 ciclos-4,5 kilociclos se trató de un espacio totalmente a oscuras donde el espectador generaba sonidos al ser expuesto a células fotoeléctricas. En la polémica Experiencias 68 Paksa volvió a formar parte de los artistas escogidos por Jorge Romero Brest y presentó una instalación llamada Comunicaciones compuesta por un arenero con las siluetas de dos amantes ausentes y un reproductor wincofón que pasaba un disco con jadeos especialmente grabado y editado para la obra. La toma de posición frente a la acelerada radicalización que vivían el campo artístico y universitario la llevó a involucrarse en Tucumán Arde, experiencia en el cruce del arte conceptual y la participación política.

Margarita Paksa. 
"El arte ha muerto, viva al arte", 1979, neón sobre acrílico cristal 
 
En Un mundo revuelto estas experiencias que definieron la trayectoria de Paksa son continuadas por otros medios como sus apropiaciones del lenguaje publicitario (la escultura de neón El arte ha muerto, viva el arte), el psicoanálisis (su serie de dibujos a partir del test de Roscharch) y el reportaje periodístico (la serie de collages La guerra de Irak). A propósito de esta última, explica Detchon: “estos textos-collages apropian el lenguaje del reportaje periodístico -sólo parcialmente legible en símbolos castellanos, árabes y hebreos- para explorar las varias capas de abstracción que se producen no sólo a través de la confrontación y malentendidos culturales, sino también a través de la violencia que se comete virtualmente y desde la distancia”. El conjunto de obras dispuestas en Un mundo revuelto sostienen la capital importancia de Paksa en las corrientes de vanguardia que prefiguraron el arte contemporáneo y establecen una trama que la define en su singularidad. Su trabajo se define por una tensión poética que lo recorre de principio a fin: ente ética y estética; estructura y ambigüedad, materialidad y metáfora.
 

Paksa ha explorado además el campo del arte digital y la holografía. En 2004 ganó el Gran Premio Salón Nacional en la categoría Nuevos soportes e Instalaciones y también la beca Guggenheim. Fue distinguida en tres oportunidades con el Premio Konex, ganó el primer premio Fortabat de pintura y realizó una residencia en el Banff Centre de Canadá.

Margarita Paksa ha sido elegida para abrir el calendario 2019 de muestras en la galería H+F porque reúne las características que definen la ambición y el propósito de la galería: romper la lanza por el arte latinoamericano de punta y reconocer a sus pioneros y pioneras con muestras de exhaustiva investigación. 

 

Luis Hernández Mellizo. “The place between words”, enciclopedia calada y mesa, de 2018 y “El lugar entre las palabras”, acrílico sobre tela recortada, basada en una ilustración del siglo XIX de Le Breton de la superficie lunar
 
En paralelo a la muestra de Margarita Paksa se inaugura en las salas E y S "El lugar entre las palabras", una serie de trabajos recientes del artista colombiano Luis Hernández Mellizo (Bogotá, 1978). Hernández Mellizo alterna entre Buenos Aires y Bogotá y es una de las figuras clave del arte contemporáneo latinoamericano. 

Luis Hernández Mellizo. "Océano", 2019, libro calado y acuarela
Esta muestra pudo verse antes en Ámsterdam, entre abril y mayo de 2018, y fue el resultado de una residencia de Hernández Mellizo en el BiljmAIR studio, en el barrio de Biljmer. Hernández Mellizo interviene diccionarios y atlas para trabajar en cuestiones que tienen que ver con el desarraigo y la identidad. A través de entrevistas donde indaga acerca de lugares, lenguajes y palabras, el artista intenta establecer un mapa de la multiculturalidad y preguntarse a la vez por su lugar entre ser un turista y un recién llegado a la comunidad. Las palabras clave de esos testimonios son buscadas luego en los libros a los que deconstruye para atisbar ese lugar entre las palabras donde hay algo que no puede ser dicho enteramente.