El Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires – Fundación Aldo Rubino presenta la exposición "Pensar en abstracto. Colección MACBA" en diálogo con artistas geométricos contemporáneos, que podrá visitarse hasta el domingo 30 de julio de 2017.
La exposición reúne obras de Manuel Álvarez, Sergio Avello, Germaine Derbeq, Graciela Hasper, Daniel Joglar, Marta Minujín, Juane Odriozola, Karina Peisajovich, Martín Pelenur, Amalia Pica, Alejandro Puente, Inés Raiteri, Andrés Sobrino, y Luis Wells, entre otros, y cuenta con la curaduría de Rodrigo Alonso, quien propone considerar a la abstracción geométrica como un terreno de producción de pensamiento más que como un ejercicio formal. "Pensar en abstracto" se organiza de acuerdo con una serie de investigaciones que han guiado el desarrollo de esta vertiente plástica, creando un contrapunto productivo entre las obras que integran la colección y los artistas invitados.
En palabras del curador, “La abstracción geométrica es mucho más que el resultado del escrutinio de las posibilidades formales de la geometría. En la práctica de los artistas modernos y contemporáneos, se constituye como un campo de pensamiento a través del cual se desarrollan numerosas investigaciones plásticas y conceptuales. La configuración del espacio, los sistemas compositivos, el dinamismo óptico, los efectos combinatorios, las modulaciones cromáticas, la construcción y deconstrucción de visualidades y formas, las reflexiones materiales y contextuales, son algunos de los intereses que han orientado esas búsquedas.”
La exposición está compuesta por pinturas, fotografías, instalaciones, obras cinéticas y lumínicas, esculturas, videos e intervenciones site-specific que dan cuenta de la pluralidad que presenta la abstracción en la actualidad y de su potencialidad para expandir los límites de las disciplinas artísticas tradicionales.
Al mismo tiempo, propone una reflexión sobre el museo y su capacidad para dar cuenta del estado de la producción artística. “Un museo es siempre una entidad fragmentaria -asegura Alonso- no sólo porque no puede albergar la totalidad de una producción sino, además, porque ésta se halla en desarrollo permanente”. De ahí, la decisión de incorporar obras que no pertenecen a la colección del MACBA. “Esta es una forma de señalar el valor de su patrimonio. Si los diálogos que pueden establecerse entre las piezas pertenecientes al museo y el arte que se desarrolla más allá de sus puertas son significativos, entonces la colección atesora en alguna medida algo del espíritu de la abstracción geométrica local”.
Al mismo tiempo, propone una reflexión sobre el museo y su capacidad para dar cuenta del estado de la producción artística. “Un museo es siempre una entidad fragmentaria -asegura Alonso- no sólo porque no puede albergar la totalidad de una producción sino, además, porque ésta se halla en desarrollo permanente”. De ahí, la decisión de incorporar obras que no pertenecen a la colección del MACBA. “Esta es una forma de señalar el valor de su patrimonio. Si los diálogos que pueden establecerse entre las piezas pertenecientes al museo y el arte que se desarrolla más allá de sus puertas son significativos, entonces la colección atesora en alguna medida algo del espíritu de la abstracción geométrica local”.
Con esta exposición el museo lanza su programa de intervenciones en su fachada, en esta ocasión con un proyecto de Diego Mur.
Cada piso del museo se organiza de acuerdo a núcleos conceptuales que ponen de manifiesto diferentes orientaciones en los desarrollos de la abstracción.
Cada piso del museo se organiza de acuerdo a núcleos conceptuales que ponen de manifiesto diferentes orientaciones en los desarrollos de la abstracción.
A manera de introducción, la planta baja articula las nociones de construcción, sistema y deconstrucción, a través de piezas de Juan Melé, Alejandro Puente y Sergio Avello. La sala se completa con una referencia solapada a la utopía de la abstracción geométrica de expandirse hacia la vida cotidiana, al incluir trabajos de artistas que ejercen o ejercieron el diseño gráfico, como Rogelio Polesello, Luis Wells, Julia Masvernat y Andrés Sobrino, más una intervención sobre la fachada del edificio de Diego Mur que funciona como una suerte de interfaz entre su interior y exterior.
El primer piso gira en torno al concepto de combinatoria. Está presidido por el "Monumento a intersecciones #7" de Amalia Pica, en torno del cual se organizan obras basadas en combinaciones formales y cromáticas de Manuel Álvarez, Germaine Derbeq, Graciela Hasper, Carola Zech, Marcolina Dipierro y Juane Odriozola.
El primer subsuelo toma a la línea como herramienta de construcción espacial. Las obras de Inés Raiteri, Martín Pelenur y Mariano Vilela ponen de manifiesto su protagonismo en la conformación de topologías plásticas. César Paternosto la utiliza para conmover los límites entre el plano y el volumen, mientras Ary Brizzi y Mariano dal Verme la trasladan al ámbito de la creación escultórica. Daniel Joglar lleva la línea literalmente al espacio en su instalación site-specific. Christian Wloch, por su parte, utiliza la línea como eje de experimentación en el terreno electrónico.
El segundo subsuelo está dedicado a la expansión de la geometría a través de los nuevos medios tecnológicos. Marta Minujin trasciende la superficie pictórica a través del video, mientras Karina Peisajovich ensaya modulaciones cromáticas con su "Máquina para hacer color" (2010). Finalmente, las formas geométricas adquieren nuevas fisionomías en las fotografías de Arturo Aguiar, un video de Marcolina Dipierro y las cajas de luz del joven artista chileno Benjamín Ossa.
La exposición se puede visitar de lunes a viernes de 11 a 19 hs. y sábados y domingo de 11 a 19.30 hs. en Av. San Juan 328, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Ingreso hasta 30 minutos antes del cierre. Martes cerrado.
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