11 de abril de 2018

El Fondo Nacional de las Artes presenta una muestra antológica de Josefina Robirosa


Del 15 de marzo al 15 de mayo, se puede visitar en la Casa Victoria Ocampo del Fondo Nacional de las Artes la muestra "Antológica 1956-1997", que revisa y revaloriza la producción de la artista plástica argentina Josefina Robirosa. 
 
Con la curaduría de Mercedes Casanegra, la exposición recorre las obras más importantes de Robirosa. Desde sus inicios en la pintura, Josefina fue una personalidad del mundo del arte. Como Victoria Ocampo, se destacó cuando las mujeres reconocidas en su medio no abundaban. Y también como la escritora, Josefina tuvo un rol esencial en la historia del FNA. En la década del 90, y durante ocho años, formó parte del directorio de la entidad. En 2016, el FNA la distinguió con el Premio a la Trayectoria Artística en la disciplina de Artes Visuales.

Casanegra comenta que Robirosa llegó a la escena artística de Buenos Aires en el período de difusión del arte abstracto en Buenos Aires. Recuerda que, a mediados de los años 50, la artista recibió el llamado del marchand Alfredo Bonino para invitarla a exponer junto a Domingo Bucci y Jorge de la Vega.
Sin título, 1969, óleo sobre tela
 
En 1957, fue invitada a participar de un grupo de artistas reunido bajo el nombre de "Siete Pintores Abstractos", entre quienes se contaban Martha Peluffo, Kazuya Sakai, Rómulo Macció y Clorindo Testa.
En esa época, Robirosa “practicaba una abstracción cálida, en oposición a la fría geometría; de expresión espontánea, inmediata, en un tono contenido y sutil”, según Casanegra. “Utilizaba finas líneas, que disponía, a menudo, en círculos y de manera rítmica. Trazaba espirales siderales con energías restallantes, que plasmó en témperas, dibujos y monocopias”, agrega. De fines de esa época datan las primeras manifestaciones de su interés por la energía invisible que atraviesa a las personas, a otros seres animados, al universo, a las máquinas imaginarias.

"Onda azul", 1997, acrílico sobre tela
 
Hacia 1967, la artista empezó a experimentar en pintura con líneas, franjas de colores y juegos geométricos que se alternaban creando volúmenes, una versión de arte óptico. “En esa vertiente, se lanzó a la tridimensionalidad con esferas de material sintético de un tamaño menor a un metro de diámetro. Se trata de objetos que se aproximan al arte pop. Luego, abandonó los volúmenes y lo óptico continuó sobre el plano. Líneas, figuras sintéticas, aparición del cuerpo humano, juegos de luz, ópticos y geométricos. De 1969 a 1975 se recluyó en un replanteo de su obra que gestó un cambio radical de su imagen, el cual surgió a través del dibujo”, explica Casanegra.

Hacia mediados de la década de 70, la obra de Robirosa transitó hacia una abstracción figurativa que caracterizó a la futura serie nombrada como “de los bosques”, iniciada en 1978. “He roto las barreras que aprisionaban a mis figuras”, dijo en el momento del cambio.
Este encuentro con la naturaleza, así como otras obras que refieren a otros momentos de su obra, pueden verse hasta el 15 de mayo, de martes a domingos de 12 a 20 horas, con entrada libre y gratuita, en la Casa Victoria Ocampo, Rufino de Elizalde 2831, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.