Con la curaduría de Marie Sophie Lemoine, se exhibe en el MACBA “Salón Francés”, donde se presentan obras de las artistas francesas Vera Molnar, Ode Bertrand, Geneviève Claisse, Cécile Bart, Véronique Joumard, Suzanne Lafont, Tania Mouraud, Orlan y Valérie Belin.
Según expresa Domitille d’Orgeval (fregmento):
"La selección aquí realizada hace honor a nueve artistas francesas: Vera Molnar, Geneviève Claisse, Ode Bertrand, Tania Mouraud, Orlan, Suzanne Lafont, Cécile Bart, Véronique Joumard y Valérie Belin. De diferentes generaciones (sus creaciones se extienden a lo largo de un período que va de los años 50 hasta la actualidad), tienen en común una ausencia de concesiones en su práctica artística y una total fidelidad a sus comienzos.
Dado que el punto de vista adoptado por la curadora de la exposición, Marie Sophie Lemoine, no es ni femenino ni feminista, la intención no es en absoluto situar el concepto de género en el centro de esta selección. Por otra parte, si bien no se trata de un enfoque exhaustivo, la vitalidad y la diversidad de la escena artística francesa están perfectamente ilustradas, con un abanico de propuestas que va desde la abstracción geométrica de Vera Molnar hasta el arte carnal de Orlan, desde las imágenes silenciosas y desencarnadas de Valérie Belin hasta las vibraciones lumínicas de Véronique Joumard.
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Vera Molnar. Deploiement, 1958-2006, acrílico sobre lienzo |
La radicalidad del compromiso plástico de Vera Molnar (nacida en 1924 en Budapest), decana de la muestra, se mide en el proceso de reducción al que ha sometido el conjunto de su producción. Procurando establecer “una ciencia del arte”, somete sus cuadros geométricos a la dialéctica del orden y del azar (mediante el recurso a la cuadrícula y a sistemas de clasificación, de ordenamiento y de perturbación). Consiste en elaborar programas matemáticos simples, calcados sobre el funcionamiento de los primeros cerebros electrónicos, y luego realizar series de transformaciones de formas. Con toda lógica, en 1968 la artista opta por la verdadera computadora, de la cual es una de las pioneras en Francia. Desde hace unos veinte años, Vera Molnar se dedica a un nuevo juego con el ordenador. Fabrica imágenes, las compone de manera subjetiva, a mano, con las formas y los materiales que desea, y luego programa la computadora para que desarrolle todas las variaciones posibles. De ello da testimonio su texto Solo d’un trait noir, que enumera las posibilidades del trazo, y del cual se transcribe aquí un fragmento: “…Una línea que describe codos, zigzags, meandros… Una línea que se repliega, se encierra, se retuerce, se arrastra… Una línea, como un currículum vítae, a imagen del conjunto de mis actividades pasadas: compendio de mi vida”.
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Ode Bertrand. Sceau 23, 25 y 26, óleo sobre lienzo |
Ode Bertrand (nacida en 1930 en Paris), preocupada por la expresión del ritmo, ha hecho igualmente de la línea recta su mejor aliada. En una entrevista con Anne Tronche, confía: “…en mi pintura, hay al principio la constitución de un orden, pero éste llama rápidamente a lo que denomino el “caos”, es decir, un hecho que altera su puro equilibrio”. Esa relación de fuerza está particularmente presente en la serie Sceau (1990), donde las líneas negras, más o menos gruesas, se cortan y se entrecruzan de modo tal que determinan esquemas triangulares con trazados incesantemente replanteados.
Cuando Geneviève Claisse (nacida en 1935 en Quiévy) habla de su pintura, expresa bastante rápidamente su adhesión al principio de “libertad”, tanto en la manera en la que encara su carrera artística como en la evolución de su repertorio plástico: “Mis formas son libres por sí mismas”, afirma. Ese sentimiento de libertad se manifiesta muy bien a través de la serie de los Triangles, cuyos ángulos cortantes y sus inflexiones oblicuas penetran activamente el espacio e invitan a un verdadero vuelo de la mirada. En oposición a los triángulos, en los Cercles explota con virtuosismo la dinamogenia de los colores asociados a las formas circulares.
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Cecile Bart. 3 pinturas gliceroftálicas sobre voile tergal, 2015, 2001 y 1999 |
Perteneciente a otra generación, Cécile Bart (nacida en 1958 en Dijon) ha trabajado desde sus comienzos con la geometría. Pero muy pronto sintió la necesidad de salir de las dos dimensiones del cuadro, y a fines de la década de 1980 desarrolló su herramienta de investigación, las Peintures/écrans. Abstractas y monocromas, éstas consisten en telas de voile tergal tensadas en bastidores, teñidas con colores aplicados con pincel en varias capas, para no afectar su transparencia. Interviniendo concretamente en el espacio arquitectónico, Bart las dispone de diversas maneras (fijadas al piso o suspendidas), y da lugar así a una coreografía cromática que, según el lugar que ocupen, nunca es la misma.
Intimamente ligada al color, la luz es uno de los componentes esenciales del trabajo de Véronique Joumard (nacida en 1963 en Grenoble). Esta artista, que considera la luz eléctrica como único tema de la obra, manifiesta su originalidad exhibiendo todo; es decir, el conjunto de los elementos que aseguran su buen funcionamiento: la lámpara, pero también el cable que lleva la electricidad hasta ella desde el tomacorriente.
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Suzanne Lafont. Embarras, 2003, impresión inkjet, 6 fotografías |
El trabajo fotográfico de Suzanne Lafont (nacida en 1949 en Nîmes) sumerge al espectador en universos que no cesan de señalar el apego de la artista al lenguaje y a la ficción. Su obra, que tuvo un auge importante a comienzos de la década de 1990, abreva en diversas fuentes: el cine, el teatro, pasando por la fotografía y la literatura. El talento de Suzanne Lafont se revela también en su puesta en escena de imágenes que muy tempranamente se esmeró en hacer salir de su soporte convencional para ocupar el espacio de la exposición, con el fin de trabajarlas por secuencias o en movimiento, como conjuntos: “Si las imágenes se disponen generalmente junto con los elementos textuales, una alternancia de proyecciones, de impresiones fotográficas y de serigrafías sobre papel define diversas propuestas espaciales, rigurosas. Experiencia poco corriente: el espectador encuentra tantos dispositivos diferentes como obras”. Mediante esa ampliación de su campo de acción, Suzanne Lafont practica un incesante desplazamiento de sentido y de formas y afirma la idea de que una imagen solo tiene significado en relación con un contexto dado.
Más abiertamente político, el arte de Tania Mouraud plantea la pregunta del compromiso del artista en la sociedad y su responsabilidad ante la historia: “Si política significa interrogar la realidad, desenmascarar los prejuicios, acorralar la ideología, hacer un enfoque de la realidad, entonces mi trabajo es esencialmente político”, declara la artista. Conocida principalmente por sus escrituras en blanco y negro, que despliega con fuerza en el espacio urbano a partir de fines de los años 70 desde los 2000 Tania Mouraud se dedica cada vez más al video. Por medio de esta nueva práctica, pone de manifiesto, con una emoción y una fuerza exacerbadas, una temática a la que es muy afecta: la destrucción del hombre por el hombre.
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Orlan. Serie African SelfHybridization, 2000-2003 |
Igualmente insumisa, Orlan (nacida en 1947 en Saint-Étienne), desde fines de los años 60, se concentra en el cuerpo femenino y sus potencialidades de transformación interrogando los estereotipos de belleza a partir de un ideal estético predeterminado. Entre 1978 y 1988 emprendió así un trabajo sobre la iconografía barroca, corriente de la historia del arte que le interesa por su carga subversiva subyacente.
A partir de 1998, con la serie Refiguration/Self-Hybridation, la artista recurre al morphing para transformar virtualmente su rostro según los cánones de belleza dominantes en otras civilizaciones: “Emprendo actualmente una vuelta al mundo de los estándares de belleza entre los precolombinos (deformaciones del cráneo, estrabismo, nariz postiza…). Con ayuda de la computadora, hibrido mi propia imagen con la de esculturas que presentan esos caracteres para crear otra propuesta, otro modelo de belleza”. Esas bellezas mutantes, que encarnan una forma de mestizaje de los saberes y de las culturas, ofrecen un eco fascinante e inquietante a las teorías de lo virtual y de la clonación.
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Valerie Belin. Bob #3, 2012, edición especial, impresión látex |
Valérie Belin (nacida en 1964 en Boulogne-Billancourt), con sus fotografías, ha elaborado una estética del artificio donde los sujetos representados ya no remiten a una identidad definida, sino a clichés, estereotipos que la artista “se dedica a deconstruir creando una perturbación que cuestiona su evidencia”. La artista se hizo famosa, en 2003, con la serie Mannequins, cuyas bellezas puramente plásticas encarnan el estereotipo por excelencia. Si, de lejos, esas caras con sonrisas congeladas y desprovistas de interioridad parecen verdaderas, a medida que uno se aproxima a ellas se instala la duda: ya no se sabe qué corresponde a lo natural o a lo artificial, al ser o al objeto.
Mezclando los estilos y las generaciones, las propuestas plásticas aquí reunidas favorecen las aproximaciones, los cruces, lo cual contribuye a enriquecer su propósito. Así, Suzanne Lafont y Tania Mouraud, nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con el mundo, a través de dispositivos visuales de una gran riqueza polisémica. Las creaciones de Orlan y de Valérie Belin presentan muchos puntos en común: esta última, que ha construido su corpus fotográfico en torno de la materialidad del cuerpo y de la vanidad de las apariencias, coincide con el trabajo de reflexión emprendido por Orlan sobre la deconstrucción de la identidad femenina y los estereotipos. Minimalistas y depuradas, las instalaciones de Cécile Bart y Véronique Joumard extienden el campo de lo visible más allá de los límites materiales del cuadro, atrayendo al espectador ya no únicamente en el campo de la mirada, sino también en el del espacio y el tiempo. Finalmente, ciertas fronteras entre las artistas resultan más porosas de lo que se piensa, cuando, por ejemplo, se advierte la voluntad recurrente de crear efectos de tensión, de perturbación o de extrañeza utilizando procedimientos muy diversos, como la apropiación (Valérie Belin, Suzanne Lafont), o valiéndose de la oposición de contrastes formales (Vera Molnar, Ode Bertrand, Geneviève Claisse), o de desplazamientos semánticos o perceptuales (ORLAN y Véronique Joumard). Es, pues, en la permeabilidad de las categorías y los estilos, estimulando intelectual y estéticamente, como la mirada sobre la escena artística femenina francesa actual que se nos ofrece marca su pertinencia."
La exposición se puede visitar hasta el 26 de febrero, de lunes a viernes de 11 a 19 horas y los sábados y domingos de 11 a 19.30 horas en el MACBA, Avenida San Juan 328, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.