25 de febrero de 2019

Cuatro exposiciones inician la temporada en el espacio de arte de la Fundación OSDE


(Destiempos) II, 2008, fotografía color. Autoría y dirección: Carlos Gallardo. Fotografía: Alejandro Leveratto
 
Desde el 21 de febrero, el espacio de arte de la Fundación OSDE presenta una muestra retrospectiva del artista plástico Carlos Gallardo, fallecido hace diez años, con obras de 1983 al 2008. Gallardo ha sido un artista plástico multifacético que ha combinado a lo largo de su carrera múltiples disciplinas artísticas.

María Teresa Constantin, directora del Espacio de Arte Fundación OSDE, ideó este homenaje, y la curadora Mercedes Casanegra ha tenido la responsabilidad de la selección de las obras que se presentarán.
 
Como lo denominó la crítica y curadora Dore Ashton, del Guggenheim Museum de New York, Gallardo, fue un artista “medieval” que ha transitado por una importante y destacada variedad de vocabularios y disciplinas en su vida profesional.
Fue diseñador gráfico, (creador de la carrera de diseño gráfico de la UBA junto a Roland Shakespear), jefe de diseño gráfico de editorial Abril, del Teatro San Martín, y de la revista Summa, entre otros espacios e instituciones.
Artista plástico, fotógrafo, escenógrafo, escultor, diseñador de vestuarios, creador de instalaciones.
  
Carlos Gallardo. Close Up IV
 
En la muestra se despliegan más de 100 obras de su autoría que van desde los afiches que diseñó en su gestión como director de arte del Teatro General San Martín hasta los bocetos de instalaciones de escena y vestuario de ballet para obras de Mauricio Wainrot, su compañero de vida. Sus trabajos para escenografía, siempre estuvieron atravesados por su producción plástica, razón por la cual Carlos Gallardo nunca se definió como escenógrafo sino como un artista plástico que instala en escena.

Se podrán apreciar sus pinturas, objetos, dibujos, fotografías, esculturas, afiches premiados del Teatro San Martín, diseños de escenografías y vestuarios, y vestuarios reales cedidos por el Teatro San Martín del Complejo Teatral de Buenos Aires.
También imágenes en video de puestas coreográficas como de exposiciones en museos, galerías de arte, teatros, y reportajes al artista.

Las fotografías, los objetos y las instalaciones, tienen como tema recurrente el tiempo y la memoria. En palabras de Mercedes Casanegra: “Estas series poseen un clima de raíz existencial, esa idea de que los seres humanos fuimos lanzados a la existencia. No es a la belleza del mundo a lo que remite la obra de Carlos Gallardo, sino a la fugacidad de lo que está detrás de las imágenes en apariencia estáticas.”
 
Carlos Gallardo. Finale (detalle), 2003, 
12 atriles, cartas, gelatina, bisagras, zinc
. 
Instalación
 dimensiones variables 
 
Ejemplo de ello, Finale (2003), instalada en el centro de la sala del espacio de arte de la Fundación OSDE, un conjunto de doce atriles como los utilizados por los directores de orquesta. Los mismos, en vez de pentagramas, contienen cartas con un baño de acrílico traslúcido que las protege del paso del tiempo. Una versión de esta obra, con césped sobre los atriles, homenajea al artista, frente al Teatro Colón en plaza Lavalle de Buenos Aires.

Además de esta exposición, se exhiben “Naturaleza modificada”, intervención en salitas de Dora Isdatne, “Cuarentena” de Hernán Salamanco, en la vidriera, y “Margit Eppinger Weisz. Travesías” con curaduría de Cecilia Rabossi.
 
Dora Isdatne. "Naturaleza modificada". Foto de Luis Falduti
 
A la manera de las estructuras genéticas, las piezas en cerámica esmaltada de Dora Isdatne se ensamblan formando volúmenes que remiten al mundo vegetal y animal. Estos cuerpos artificiales son pensados a partir de formas orgánicas, como si fueran alteraciones de la naturaleza que conocemos.
Dispuestas en las dos salas, las esculturas agregan color al espacio y lo enrarecen. Las salitas se van dejando habitar, así, por una “Naturaleza modificada”.
 
"Cuarentena" de Hernán Salamanco
En la vidriera del espacio de arte de la Fundación OSDE lo que separa el afuera del adentro es apenas una capa de vidrio. Y es detrás de esa delgada transparencia que se instala “Cuarentena”, un políptico de diez chapas ensambladas.
En esta obra a gran escala Hernán Salamanco recurre al esmalte sintético para componer un paisaje cifrado. Un paisaje en el que, esta vez, su intención será hacer prevalecer las luces y sombras por sobre el color. Y en el que su soporte, las chapas para carteles, vuelven a acercarse al medio para el que fueron pensadas; no quedan a la intemperie pero están cerca. A diferencia de los anuncios publicitarios para los que suelen usarse su contenido sería en este caso, una excepción. 
De esta manera, Cuarentena irrumpe en la retórica de la calle del microcentro. Existe dentro de su ajetreo: los recorridos de los paseantes y sus voces, los autos, las sirenas, los ladridos ocasionales. Casi toca ese territorio para invitar a los que pasan a dejarse sorprender y hacer un alto. Detener la marcha para tener su propia experiencia ante al encuentro, intencional o accidental, con la pintura.
 
Margit Eppinger Weisz. S/t, 1984. Colección de la familia
 
La exposición “Margit Eppinger Weisz. Travesías” recupera distintas etapas de la producción de la artista, desde sus tempranas pinturas de retratos familiares, pasando por una serie de dibujos de especial interés histórico, hasta sus últimas creaciones realizadas durante sus viajes por Europa, Latinoamérica y África registrando, paisajes, personas y atmósferas.
 
Margit Eppinger Weisz. Autorretrato, ca. 1980. Colección de la familia
Margit Eppinger Weisz nació en Budapest en 1902. Estudió allí con el maestro Adolf Fényes. A mediados de la década de 1920, vivió y trabajó en Berlín y París, donde realizó fotomontajes e ilustraciones relacionadas con la moda para la revista Vogue y para diversas publicaciones. En la década del treinta en Budapest participó activamente del ambiente cultural, hasta que, con el estallido de la guerra debió dejar la ciudad. Margit y su familia regresaron a Budapest en 1945, luego de haber sobrevivido a la persecución nazi, gracias a la ayuda de una familia húngara que los ocultó.
De regreso a su ciudad, su casa recibió la visita de artistas y escritores como Corneille, Jacques Doucet, Louis Aragon, y músicos como Sándor Reschofsky y Zoltán Kodály. Muchos de ellos dejaron registro de sus visitas en un pequeño cuaderno de su hija Marion, que forma parte de esta exposición. En esta etapa también se vinculó con artistas de la llamada “escuela europea", nucleados en la ciudad de Szentendre.
 
Margit Eppinger Weisz. Beregfy, 1945. Colección Museo y Archivo Judío de Hungría
A fines de 1945, Margit fue la única artista autorizada a asistir a los juicios contra los criminales de guerra para poder retratarlos. Dieciocho dibujos en carbonilla de esta serie, llegan a la Argentina provenientes del Museo y Archivo Judío de Hungría, para formar parte de esta exposición. En palabras de la curadora, Cecilia Rabossi, "Margit interpretó el lenguaje corporal de los acusados y capturó sus expresiones y posturas; precisaba plasmar las imágenes de los culpables frente a la justicia."
Ya en la Argentina, Margit abandonó el mundo de las artes visuales para adentrase en el textil, primero colaborando con diversos talleres y luego concentrándose en la empresa familiar. En 1966, recuperó la práctica artística y trabajó intensamente hasta su fallecimiento.

Todas las exposiciones podrán visitarse del 21 de febrero al 27 de abril, de lunes a sábados de 12 a 20 hs. en el espacio de arte de la Fundación OSDE, Suipacha 658, primer piso, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.