
El Greco, cretense de origen, nacido en la religiosidad bizantina y sus íconos, recibe la influencia del arte veneciano de Tiziano y Tintoretto, de quien toma el planteo de la luz que emana de las imágenes, se configura como una particular síntesis del espíritu cristiano oriental acuñado en Occidente, en la Toledo de fines del siglo XVI, a través de un crisol místico único y personal.