Dice Minujín: “Esta es una parte de mi obra a la que antes no había dado relevancia porque sucedió en medio de mi época de performances. El regreso a la pintura fue motivado por la fobia que se había despertado respecto del sexo en esos años. Fue entonces, antes de que se hablara del SIDA, que se empezaron a morir amigos gays en Nueva York. Se hablaba de peste rosa de manera muy underground y todos empezaron a evitar el contacto. De pronto ya nadie se quería besar ni tocarse ni sentarse en un inodoro por el miedo al contagio. En ese contexto terrorífico pensé que había que dignificar los órganos sexuales que estaban siendo demonizados. Por eso me dediqué a pintarlos como si fueran retratos o naturalezas muertas, para glorificarlos. Mientras trabajaba en esta serie estuve muy influenciada por la lectura de El erotismo de Georges Bataille".
El resultado son estas obras que Minujín duda en considerar pinturas o fotografías y que muestran primerísimos planos de genitales a la manera del cine y las revistas porno. El nombre original de Frozen Erotisme tiene que ver con la asociación que la artista hizo entre el “sexo congelado” y la forma de helado a la que remiten algunas de sus pinturas de genitales. “A quienes entonces compraron algunas de las obras yo les decía que si las colgaban en su living los iba a erotizar”, señala la artista.
A propósito de Frozen Sex escribe Francisco Lemus en el texto crítico de la muestra: “El pop se caracteriza por tomar con frialdad las imágenes emblema, las que están en una góndola, las que eclipsan por su belleza o rechazo, las que exhiben los signos mediáticos y los de la contracultura. Estas imágenes no son narrativas, tampoco contestatarias, son lo real puesto en la obra en su versión simulacro. El ejercicio conceptual que ofrece el pop es habitar la sinceridad brutal al mismo tiempo que lo superficial resulta encantador. Los órganos sexuales, pintados por la artista, dispuestos en planos enteros, ocupando toda la tela, intensifican esta operación aunque no mantienen una relación mimética con el original. Si bien el tamaño es exagerado, las formas planas y los volúmenes esquemáticos en distintos rosados nos ahorran los detalles que el close up pornográfico daría en diez minutos. La pintura, como gesto performático que se desliza y va cubriendo lentamente la superficie, proporciona una temperatura diferencial a estas representaciones, incluso la posibilidad de derretirse ante nuestros ojos”.
La inauguración de Frozen Erotisme en Washington resultó antológica. Minujín puso dos fisicoculturistas pintados de rosa, un bolero romántico, dio de tomar champagne rosé y para comer pastillas rosas, ella y los invitados también llevaban vestimenta rosa. En su momento el crítico Julián Cairol comparó las pinturas de Minujín con publicidades de alimentos congelados: “A través de este proceso, la artista revela el instrumento empírico sobre el que se construyó el erotismo y lo representa como objetos anónimos de consumo. El sexo ya no pertenece al individuo, sino a la cultura.”
Algunas de sus obras efímeras de participación masiva fueron “El Partenón de libros” (1983), “Carlos Gardel de fuego” (1981), “La Torre de Babel” con libros de todo el mundo (2011). A su vez, realiza pinturas transpsicodélicas, colchones tecnicolor y performances. Su obra forma parte de colecciones nacionales e internacionales, como por ejemplo: Museum of Modern Art (Nueva York), Guggenheim Museum (Nueva York), Tate Modern (Londres), Art Museum of the Americas (Washington D.C.), Walker Art Center (Mineápolis) Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), Olympic Park (Seúl), Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires), Malba-Fundación Costantini (Buenos Aires) e importantes colecciones privadas. En las últimas décadas llevo a cabo numerosas exhibiciones individuales y retrospectivas entre las que se destacan "Marta Minujín. Obras 1959-1989" (Malba, 2010) y "La Menesunda por Marta Minujín" (Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, 2015-2016). Ha participado en muestras colectivas en el Guggenheim Museum (Nueva York); Place du Palais Royal (París); Museum of Modern Art (Nueva York); Fundación PROA (Buenos Aires), entre otras instituciones artísticas prestigiosas. En 2016 fue galardonada con el Premio Velázquez a las Artes Plásticas (Madrid). En 2017 desarrolló para Documenta 14 su obra “Pago de la deuda griega con olivas a Angela Merkel” (Atenas) y “El Partenón de libros prohibidos” (Kassel). A principios de 2018 fue distinguida con el Americas Society Cultural Achievement Award en Nueva York. Actualmente vive y trabaja en Buenos Aires.
Afiche de la exposición en la galería Arte Nuevo en Buenos Aires, 1973 |