Moreiro nació en Florida, provincia de Buenos Aires, el 19 de marzo de 1953. Desde 1978 residió en Resistencia. Se formó en Institutos de Arte de Buenos Aires. Realizó viajes de estudio a Polonia, Francia y España. En el 2002, la Secretaría de Cultura de la Nación, la selecciona como becaria titular, para una pasantía en Cuenca, España. Desde 1992 a 1997 realizó Encuentros Latinoamericanos de Gráfica, en Resistencia. Premiada por la Academia de Bellas Artes de la República Argentina y en Salones y Bienales internacionales. En el 2005 fue becada por la Fundación CIEC, para realizar un postgrado en la Universidad de La Coruña, En 2012 y 2014 realizó junto a Matilde Marín, el evento La Gran Sombra en la provincia de Corrientes.
Su obra está centrada fundamentalmente en la naturaleza, con una presencia del entorno cada vez más gravitante. Esta producción se diversifica luego en otras expresiones como el dibujo mono y acromático, en construcción de objetos de gran tamaño, en acero inoxidable, como las caraguatás.
Realiza intervenciones en contextos naturales que la artista visita e investiga para recolectar y seleccionar vestigios del medio ambiente y de su propia historia. En los tres últimos años, realiza medianos y grandes dibujos de hongos- el quinto reino; arma objetos conformados por maderas duras, naturales o patinadas con grafito, en las cuales monta hongos de acero inoxidable de diversas formas y tamaños, que graba y moldea, antes de ser montados en el tronco. Graba sonidos del monte, grillos, ranas, pájaros, otros… que luego son editados, para dialogar con la obra. Así como también realiza video- instalaciones.
Dice Rodrigo Alonso en el texto que acompaña la exposición:
"Las obras de Beatriz Moreiro surgen de la observación meticulosa de un universo que es, al mismo tiempo, un reservorio inagotable de vida y un escenario de conflictos. “Mi punto de partida es un mundo agredido en su orden natural” – asegura la artista. Desde esta perspectiva, el señalamiento de un terreno todavía pródigo y de las especies que se abren paso sobre él, encarna una visión potente de una naturaleza que se resiste a perder protagonismo ante la avanzada de las civilizaciones hipertecnológicas contemporáneas.
"Las obras de Beatriz Moreiro surgen de la observación meticulosa de un universo que es, al mismo tiempo, un reservorio inagotable de vida y un escenario de conflictos. “Mi punto de partida es un mundo agredido en su orden natural” – asegura la artista. Desde esta perspectiva, el señalamiento de un terreno todavía pródigo y de las especies que se abren paso sobre él, encarna una visión potente de una naturaleza que se resiste a perder protagonismo ante la avanzada de las civilizaciones hipertecnológicas contemporáneas.
En los dibujos, plantas de diferentes y elegantes figuras – flores, hongos, verduras, hojas – brotan exultantes del papel a partir de las bondades más extremas del claroscuro. A diferencia de dibujos anteriores, en los cuales el blanco del soporte era preponderante, acá es el negro del grafito el que domina la conformación de las atmósferas cromáticas. Los objetos, solitarios o reunidos en conglomerados densos, tienden a ocupar el centro de la composición y a proyectarse desde allí con una intensidad centrífuga arrolladora. Los fondos engendran una profundidad aguda, quizás porque no son del todo lisos, sino que están elaborados mediante la continua y paciente superposición de capas de lápiz.
El libro de artista Flores en la noche (2021) prolonga este procedimiento para referir no sólo de un acontecimiento natural particular – las plantas que florecen al cobijo del cielo nocturno –, sino también, a la larga “noche” de la pandemia que asoló recientemente al planeta. “Entre noviembre y diciembre de 2020, en la chacra-estudio donde vivo y trabajo, emergieron en la oscura noche cientos de flores que se abrieron gigantes y esplendorosas. Las vi como un símbolo esperanzador” – relata Moreiro. Los dibujos fueron realizados copiando directamente a las flores en medio del sonido de los grillos; de ahí que el registro sonoro fuera incorporado luego a la publicación.
Esta idea de una naturaleza que se sobrepone a las adversidades, que trasciende la muerte y la destrucción, reaparece en un conjunto de piezas escultóricas en las cuales unos hongos de metal germinan de troncos de madera inertes. La metáfora es potente. También lo es el vínculo sensible que surge de la contraposición de los materiales, de sus propiedades, cualidades y texturas.
Del juego de estos elementos y combinaciones, de sus formas y sentidos, nace una cosmología plástica que Beatriz Moreiro ha sabido modular hasta transformarla en una marca propia. En ella subyace un deseo que trasciende el gesto contenido de dibujos, esculturas e instalaciones. Un deseo que probablemente encarne el anhelo de buena parte de la humanidad: la necesidad de preservar la vida de una tierra desprotegida."