Lucy Mattos, Adolfo Pérez Esquivel y Laura Casanovas durante la presentación de la exposición
El Museo Lucy Mattos está presentando la exposición “Senderos de arte de ayer y de hoy”, de Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz y activista defensor de los derechos humanos, quien muestra su faceta artística, la cual lo acompaña desde la infancia. Se trata de un conjunto de dibujos, pinturas, grabados y esculturas realizados desde 1950 hasta la actualidad.
La exhibición, curada por Laura Casanovas, propone un recorrido por los distintos períodos artísticos de Pérez Esquivel, que permiten observar las búsquedas plásticas para expresar sus preocupaciones sociales profundamente humanas. Una selección de cerca de 40 obras sintetizadoras de su trayectoria en las artes visuales.
“Mural de la Madre Tierra” (copia del que está en Curitiba), acrílico
“Refugiados”, acrílico, 2016
Se exhiben, como describe Casanovas en el texto curatorial, “escenas que vislumbran identidades y culturas, la vida urbana, las luchas sociales, la fe religiosa de los desamparados, la guerra, el límite por momentos demasiado lábil entre vida y muerte, las dictaduras y las desapariciones, las manifestaciones artísticas de los pueblos, la mujer y los afectos familiares”.
Y más adelante, en el mismo texto, precisa: “Los dibujos en tinta, las xilografías, las pinturas en acrílico, acuarelas y las esculturas en bronce, madera, mármol y cemento descubren distintas etapas estilísticas con propuestas plásticas cercanas tanto al realismo como a las vanguardias, sobre todo de raíces latinoamericanas, pero con soluciones formales propias”. Por último, la curadora opina que en los trabajos de Pérez Esquivel “resuenan ecos del arte moderno rioplatense, de la obra de Antonio Berni y su Juanito Laguna, del muralismo mexicano y del local del grupo Espartaco, entre otros”.
“Metamorfosis del conductor”, tinta, 1970 |
A su vez, el artista confirma: “Quiero contar la historia de América Latina. Primero soy artista, después militante. Las dos cosas se funden, todo mi arte tiene que ver con la vida, con lo que realizo y creo que eso es importante”.
Pérez Esquivel ha sido artista desde siempre, si bien su nombre se asocia principalmente en todo el mundo con la defensa de los derechos humanos, la democracia y la no violencia, lo cual le valió el Premio Nobel de la Paz en 1980. “Dibujo y escribo permanentemente. Son lenguajes distintos. A veces entra la palabra y a veces la forma”, comentó mientras se preparaba esta exposición.
Adolfo Pérez Esquivel nació en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1931. Hijo de una familia muy modesta, pasó casi toda su infancia como pupilo en el Patronato Español de Colegiales. Allí aprendió a tallar la madera y despertó su amor por la escultura. Su abuela Eugenia, que hablaba guaraní pero casi nada de castellano, le transmitió la historia y la tradición de los pueblos originarios de América.
"La muerte enamorada de la vida", acrílico, 2016 |
En esa época conoció a Quinquela Martín, cuyo taller visitaba con sus amigos para verlo pintar y recibir sus consejos. Más tarde sería profesor en la escuela de arte que lo formó, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de La Plata y en el Instituto del Profesorado de Azul. Su intensa actividad artística se concentró en la pintura, murales y monumentos, entre los que se destacan el “Vía Crucis Latinoamericano” y “Paño Cuaresmal” realizado en 1992 en conmemoración de los 500 años de la conquista de América.
En 1980, Pérez Esquivel recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su defensa de la Democracia y los Derechos Humanos por medios no-violentos, frente a las dictaduras militares en América Latina. En esa oportunidad expresó que recibía la distinción “en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños, porque son ellos los más amados por Dios; en nombre de ellos, mis hermanos indígenas, los campesinos, los obreros, los jóvenes, los miles de religiosos y hombres de buena voluntad que renunciando a sus privilegios comparten la vida y camino de los pobres y luchan por construir una nueva sociedad”.
Venía de padecer los más salvajes malos tratos. En 1975, fue detenido y encarcelado por la policía militar de Brasil; en 1976, sufrió prisión en Ecuador junto con obispos y religiosos latinoamericanos y de Estados Unidos. En agosto de 1977, como consecuencia de su defensa de los Derechos Humanos y su apoyo a los familiares de las víctimas de la Dictadura desaparecidos, fue detenido, encarcelado y torturado en Buenos Aires. Puesto a disposición del Poder Ejecutivo, estuvo a punto de ser sometido a un vuelo de la muerte.
Su lucha por la paz y la justicia no tuvo descanso: entre otras iniciativas, fue presidente del Consejo Honorario del Servicio Paz y Justicia de América Latina, presidente ejecutivo del Servicio Paz y Justicia Argentina, de la Comisión Provincial por la Memoria de Buenos Aires, de la Liga Internacional por los Derechos y la Liberación de los Pueblos. También es miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos, del Comité de Honor de la Coordinación internacional para el Decenio de la no-violencia y de la paz, del Jurado Internacional del Premio de Derechos Humanos de Núremberg, del jurado del Premio de Fomento para la Paz “Félix Houphouet Boigny” de la UNESCO, y del Consejo Directivo del Instituto Espacio para la Memoria (IEM).
La exposición se puede visitar de miércoles a sábado de 11 a 19 y domingos de 10 a 18 hs. en el Museo Lucy Mattos, Av. Del Libertador 17426, Beccar - partido de San Isidro.