14 de mayo de 2022

Eugenio Cuttica presenta "Serendipia" en el hotel Anselmo del barrio de San Telmo

El hotel Anselmo del barrio de San Telmo inauguró la exposición “Serendipia”, del artista plástico Eugenio Cuttica, de visita.  La muestra, que se extenderá hasta el 15 de junio, recorre los últimos años de su producción y se exhibe en diálogo con la arquitectura y la vegetación envolvente que destaca al hotel para dejarse atrapar por una atmósfera espiritual de reflexión.

"Guerrero+Luna+rojo"
 
La muestra propone una experiencia inmersiva única en Buenos Aires. Nos invita a observar lo que nos rodea con nuestra mirada interior. Ligarnos con la verdad ulterior en sincronía con el ser. Es una invitación a reconectar con la divinidad con la que todos nacemos y a transitar el flujo de la abundancia que ofrece la dimensión de lo sublime. Saldremos transformados de la muestra, atravesados por un mensaje actual y espiritual de transformación.

La palabra Serendipia hace referencia a un descubrimiento inesperado, producido durante la búsqueda de algo diferente. Es una invitación a abrirse a lo inesperado y dejarse atravesar por una experiencia espiritual.

 

Hasta sus 40 años Cuttica fue expresionista, la belleza estaba dada por el acto mismo de pintar, en su mayoría obras abstractas, con mucha materia. Una energía que le brotaba de los centros emocionales. Era una pintura que salía de un grito, o sea una pintura de lo que más es más. En ese momento comenzó a darse cuenta de un fenómeno que sucede llamado el límite de la enunciación. Cuando uno grita y vuelve a gritar y vuelve a hacerlo, el grito se oye cada vez menos, por acostumbramiento, hasta que ya casi deja de producir su efecto y se crea un callejón sin salida. Por más que el artista agregue materia, agregue el gesto, agregue más energía de las entrañas, se encuentra con un límite que no se puede traspasar.

 

Cultor de la lectura del budismo y de la práctica de la meditación, Cuttica comenzó a investigar sobre la filosofía oriental y lo proyectó hacia su pintura. Su obra en esta etapa comenzó a surgir de un estado del espíritu.

 

Eugenio Cuttica en su taller de Central Park
 
Es allí donde Cuttica se enfrenta a un dilema del mismo lenguaje, seguir con ese grito ahogado o dejar de pintar. Se produjo una vuelta a los dibujos, de sus trece, catorce, quince años, una pintura más económica en términos de energía, más mesurada, más amorosa, más inclinada hacia la ternura, hacia la verdad, hacia el amor, y hacia el silencio… una pintura basada en conceptos budistas y las enseñanzas de maestros espirituales.

 

Dejó a un lado sus pinturas fuertemente expresionistas, abandonando un sentimiento que se había agotado en él, para pasar a una pintura que surge desde su interior, desde un estado del espíritu. Mientras que su obra expresionista estaba cargada de fuertes vibraciones de colores y una paleta primitiva que surgía de sus entrañas, de sus pasiones, sus obras nuevas comenzaron a surgir desde el acto interno de la meditación y el silencio.

 

La pintura cambio por completo y se dio la paradoja, de que se transformó en una expresión silenciosa, mucho más poderosa que el grito. Un vacío energético que atravesó todo. La obra de Cuttica se catapultó y empezó a llegar a todas partes.

 

Dice Cuttica: “Logré hacer una obra que atraviesa directamente al corazón de la gente y que ayuda a reencontrarse con el ser y a recordar algo muy importante que se ha olvidado. Esta pintura del silencio ligada a la espiritualidad genera muchas situaciones emotivas en las exposiciones. Porque utilizo el lenguaje de la pintura para hacer el amor con la gente. Un amor en que soy ampliamente correspondido y así se genera una rueda emotiva que gira y se retroalimenta entre el artista y el público.”

 

La práctica de meditar no es una línea recta hacia la búsqueda de la calma, el silencio y la tranquilidad, sino más bien, un camino sinuoso hacia un entrenamiento de la mente para elegir nuestros pensamientos, buscando desterrar aquello que puedan dañarnos. 

 

 Luna y la Glicina II
 
La figura de una solitaria niña -a veces son dos- se transforma en un espíritu transparente que atraviesa la materia y la naturaleza. De rasgos delicados y una actitud calma, la niña observa una calavera, interactúa pacíficamente con otra niña, o bien aparece fantasmagóricamente envuelta en un vestido que se vuela al viento, en la esquina contraria a la figura de un guerrero que resulta de una particular mezcla de un guerrero medieval, con una deidad precolombina. Una niña que, desde otro plano físico, se contacta con el más allá, con la divinidad, con la vida y con la muerte, en forma de un ente espiritual. Una serie de personajes transparentes esculpidos en resina avanzan iluminados por una intensa luz interior. Parecen querer mostrarnos la supremacía del espíritu por sobre la razón.

 

El Hotel Anselmo es sin lugar a dudas uno de los hoteles más destacados de la Cuidad de Buenos Aires. Inmerso en pleno barrio de San Telmo y emplazado frente a la icónica Plaza Dorrego, el espacio designado para esta muestra de arte nos brinda un ambiente mágico y envolvente, ideal para el mensaje espiritual de la obra de Cuttica.

 

Eugenio Cuttica es uno de los principales artistas contemporáneos argentinos. Nacido en Buenos Aires en 1957, actualmente reside en Nueva York. Su exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2015 congregó a más 100.000 espectadores.

 Cuttica estudió arquitectura en la Universidad de Buenos Aires y pintura y escultura en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Fue asistente de los pintores como Howard Martínez y Antonio Berni. Obtuvo el primer premio Jóvenes Pintores Gran Premio Amalita Fortabat, Juries Exhibition of Expressionist Painters of Argentina y fue seleccionado como finalista de la Bienal de Venecia, Italia. En 2019 fue nombrado como “Personalidad destacada de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires”, por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Ha expuesto su obra en ciudades como Nueva York, Boston, Los Ángeles, Sevilla, Ámsterdam, Atami (Japón), Shanghai, Buenos Aires, Santiago de Chile, Río de Janeiro y Bogotá, entre otras ciudades del mundo. En el presente, prepara una gran muestra en Sevilla, España.