Eulogio de Jesús, Millaray Gavilán, Julio Sánchez Baroni, Roxana Punta Álvarez y Julio Zapollnik
Millaray Gavilán es una artista chilena que pasó su infancia y parte de su adolescencia en Santiago de Chile y se radicó en Buenos Aires en 1976. Es licenciada en servicio social, egresada de la Universidad del Salvador en el año 1997.
Actualmente trabaja en la “Casa de los chicos San Ceferino” de Lanús, institución que brinda atención a la niñez y adolescencia en riesgo.
Es la autora del Blog “Alohechopecho, plataforma de ayuda y apoyo para todas aquellas mujeres que estén pasando o hayan pasado por un cáncer de mama. Es un espacio creado para compartir información, experiencias y apoyo. Estudió arte y pintura con el maestro peruano Eulogio de Jesús reconocido internacionalmente por su obra artística.
“Mi despertar … Nací en Chile donde la majestuosa cordillera de Los Andes se impregnó en mi memoria, la que siempre estuvo presente en todos mis dibujos de niña.
Como artista nací en Argentina en mi querida Buenos Aires, ciudad que me acogió como una más, y a la cuál debo tanto. Agradecida por la familia y amigos que me dio.
Creo que la migración marcó mi vida y está presente en mi obra … donde el desarraigo, los desafíos de adaptación y las ganas de incorporarme se ven reflejadas.
Pintar, cortar, hacer, deshacer y volver a crear… Como la vida misma. La vida es un collage.
Me mueve la pasión por el arte en todas sus formas, me mueve lo espontáneo y admiro la capacidad que tiene el hombre de crear maravillas y volcar su creación mostrando su esencia y su vulnerabilidad.
Me gusta y disfruto de lo lindo en todas sus dimensiones… un pájaro, una flor, un anciano, un niño, un pueblo, un objeto, una charla… un mimo. ¡Todo todo me inspira!”
El crítico de arte y curador Julio Sánchez Baroni dice sobre su obra:
“Curiosamente, acertadamente, cuando le pregunté por la obra me respondió por la vida. El proceso creativo es fascinante, Milla recorta formas, esas que nos alientan a reconocer objetos, aves en vuelo, animales exóticos o planetas. Luego va componiendo esas figuras sobre la tela; a veces dialogan, otras se superponen o se entrelazan, se acercan o se distancian. De lejos parece una pintura, pero son collages.

Hay una determinación insondable, es más fácil pintar, pero Milla elige pegar las formas. Ella misma dice: “De repente se abrió una puerta, la de la intuición”, y nos trae a la memoria los versos de William Blake: "Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito”. Esa noción de infinito aparece en cada “tondo” que crea Milla, pues el círculo es precisamente la geometría de lo eterno. Milla parece demostrar que el arte no es repetir fórmulas aprendidas en escuelas de arte, talleres o modas poco sustanciosas, sino conectar con la intuición vital y profunda.
“En la vida todo se tiene que hacer con pasión”, dice con justa razón, y explica que antes que pintar prefiere recortar formas, porque le “permite hacer, deshacer y volver a hacer, porque la vida misma es así”. Serenamente, apasionadamente, Milla recorta y pega, pone colores y formas, ubica y desplaza con armonía y sutileza, no solo en sus telas, también en su vida y en el universo de sus afectos.”