1 de septiembre de 2010

El Museo Eduardo Sívori presenta la muestra de Raúl Russo "La lección del color"

El sábado 4 de setiembre a las 12 hs. el Museo Eduardo Sívori inaugura la muestra de Raúl Russo "La lección del color", que se podrá visitar hasta el domingo 10 de octubre en Av. Infanta Isabel 555, frente al puente del Rosedal.
Esta muestra cuenta con curaduría de Raúl H. Russo, hijo del artista, y Vera Gerchunoff.
"Ha llegado, al fin, la hora en que el maestro Raúl Russo, un grande entre los más grandes, nos honra con su tan deseada visita al Sívori. Colorista innato, su magistral dominio cromático será destacado por el crítico francés Pierre Restany, quien celebrará en su pintura el logro de acordes profundos, imperiosos, definitivos. Tales acordes‚ serán puntualmente reconocidos por medio de los máximos galardones que otorga el país", señala la arquitecta María Isabel de Larrañaga, directora del Museo Eduardo Sívori.
Raúl Russo nació en Buenos Aires en 1912 y falleció en París -ciudad en la que residía desde 1976- en 1984. Discípulo de Emilio Centurión, Alfredo Guido y Jorge Larco, Russo descolló rápidamente como uno de los artistas que pusieron a pintura en un lugar relevante dentro de las artes plásticas latinoamericanas del siglo XX. Autor ligado a una figuración dominada por la visible influencia del Expresionismo, la fuerte gestualidad de su obra, reforzada por la densidad matérica y una paleta de colores saturados, señalarán un perfil creativo de extraordinaria y original valía.
Obtuvo el Primer Premio en 1959, el Gran Premio de Honor del Salón Nacional y el Premio de Honor del Salón Municipal Manuel Belgrano en 1960, el Premio Palanza en 1961 y fue incorporado a la Academia Nacional de Bellas Artes en 1966. Su nombre se afirmó internacionalmente merced a su participación en la Exposición Panamericana de Nueva York en 1946, en las Bienales de San Pablo -1953/1963- y de Venecia -1954/1956/1962- y en la Feria Internacional de Bruselas -1958-, donde obtuvo la Medalla de Oro.
"En los buenos cuadros míos me veo como en un espejo. El Russo auténtico, limpio, puro está ahí, no en mis actitudes cotidianas. Cuando lo descubro, me pongo contento, porque el hombre está en la obra, no en la circunstancia", ha expresado el artista sobre sí mismo.